El museo se encuentra en el pueblo de Briones en La Rioja, un bello pueblo de tonos ocres en la comarca de Haro. Todo es sugerente alrededor y es verdad que cuando visitas la región lo único que te interesa es adentrarte en profundidad en todo lo que concierne a la producción vitivinícola.
No es descabellado plantearse la visita a La Rioja empezando por la visita al Museo de Vivanco pues es una excelente inmersión en los conceptos básicos de la producción de los caldos, y a la vez, es un lugar de culto a todos los amantes de esta bebida, que hallarán aquí cantidad de objetos, incluso fetichistas, alusivos al vino.
La Plaza de Briones
En los 10 años que lleva abierto ha recibido más de un millón de visitantes, lo cual es un enorme premio al ahinco de los hermanos Vivanco para poner en valor esta cultura de esta tierra, y todas las colecciones que tenía su familia a propósito del vino.
Así podemos ver interesantísimas muestras de botellas, sacacorchos, corchos, copas, jarras, aparte de hacer la visita, pasando por salas que van recreando todos los procesos que llevan a la uva a convertirse en vino.
Pero especial es la sala Abrir, Servir y Beber en donde destaca enormemente la colección de 3000 sacacorchos : de cóctel, de hueso, de creatividad, incluso de influencias neoclásicas.
El museo tiene un área importante dedicada a obras de arte, que en todo caso tienen alguna alusión al vino. Son obras que a lo largo del tiempo ha ido juntando la familia Vivanco, y nos podemos encontrar piezas tan exquisitas como ésta de Picasso:
Aparte hay piezas de Miró, Sorolla y Genovés.
Muy interesante también es interiorizarte de los procesos de producción del modo en que se hacían antiguamente, así cómo los modos de fabricación de barricas, botellas, etc.
Visita a la Bodega
La experiencia Vivanco continúa en la bodega, una bodega modernísima y construída de un modo original: bajo tierra. La idea era no impactar sobre el viñedo contiguo y sobre el paisaje. También en lo profundo se obtienen temperaturas ideales para convertir la uva en vino en todos sus procesos.
La producción en esta bodega está totalmente mecanizada y tiene la tecnología más moderna. Todo está supervisado por uno de los componentes de la "dinastía", Rafael Vivanco, el enólogo de la familia, fundamental ideador de todo este complejo que homenajea el vino.
Acabamos la visita con una cata, principalmente basada en sus vinos estrella: los tintos.
Luego queda la fase más encantadora, si se puede, pero para mí toda visita museística debe acabar en una buena tienda que nos sirva de recuerdo de la experiencia, y en este caso, en buena oportunidad de comprar los Vivanco, que llevaremos a casa para recrear este momento irrepetible en la Rioja Alta.