Hoy os recomiendo el Museo Judío de Berlín, inaugurado en 1999 y diseñado por el arquitecto Daniel Libeskind, situado en la ciudad de Berlín, Alemania.
El museo, que ocupa un área de 15,000 m2, consta de dos partes: el Kollegienhaus, un edificio barroco del siglo XVIII que alguna vez albergó la Corte Suprema del Reino de Prusia, y un edificio contemporáneo de forma zigzagueante.
El inmueble tiene las fachadas metálicas, ventanas con caprichosas formas y orientaciones, y la planta con forma de rayo. La idea principal que transmite el edificio es el vacío que han dejado los judíos berlineses desaparecidos durante el Holocausto nazi.
El singular edificio revestido en zinc propone una relación absolutamente novedosa entre arquitectura y contenido museístico. El diseño, que Daniel Libeskind llama between the lines, describe las tensiones de la historia judeoalemana a partir de dos ejes: uno recto pero quebrado en varios fragmentos y otro articulado con final abierto.
En los cruces entre ambos se encuentran los vacíos, espacios huecos que atraviesan todo el museo. La arquitectura convierte a la historia judeoalemana en una experiencia sensorial, formula nuevas preguntas y estimula la reflexión.
La planta del edificio parte de una línea picuda con forma de rayo, que podía haber sido continuada en cualquier dirección porque parece no terminar. Existe otra línea recta oculta en la planta del museo que atraviesa todo el edificio y desde la cual se articula la “rayo” que adquiere el edificio.