Detrás de una gran marca hay mucho más que números. Y en especial si la marca tiene una historia centenaria y una familia comprometida que la ha hecho sobrevivir y crecer durante varias generaciones. Si la firma es alemana, se llama Miele, y emplea a más de 17.000 personas en el mundo, vale mucho la pena conocer su museo en la sede central de Gütersloh (Alemania). Un organismo vivo que funciona como un reloj de precisión para llevar al mercado los mejores y más duraderos electrodomésticos domésticos y profesionales.
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Idear, fabricar y comercializar electrodomésticos puede parecerles a muchos enamorados del diseño algo demasiado prosaico. Pero una marca como Miele ha facilitado la vida a muchísimas mujeres a lo largo de la historia, haciendo los quehaceres del hogar más sencillos y llevaderos. Por fortuna, hoy no sólo las mujeres se benefician de los avances en diseño e innovación de la marca alemana, y en todo tipo de hogar un buen electrodoméstico aporta su granito de pequeña felicidad doméstica a cada uno de sus habitantes.
Conocer la historia de Miele es conocer un pedacito de la historia del diseño industrial, de la evolución del rol de la mujer en la sociedad, e incluso de los convulsos avatares políticos y económicos de la historia europea del último siglo.
Corría el año 1899 y dos amigos dedicados a elaborar mantequilla, Carl Miele y Reinhard Zinkann, pensaron en cómo fabricar una máquina más resistente que aguantase los movimientos centrífugos del tambor por más tiempo. Así crearon la primera mantequillera Miele, mucho más resistente que el resto. Carl pensó el diseño y Reinhard sabía cómo podía venderla. Los amigos se convirtieron en socios, y en el año 1903 pasaron a diseñar maquinaria para otra tarea doméstica muy pesada que también hacían las mujeres: el lavado de la ropa. Así nació la primera lavadora de la marca, con la misma filosofía que las maquinas mantequilleras: debía ser más resistente y duradera que las existentes hasta el momento. Y con esa filosofía –‘siempre mejor’ es el lema de la empresa-, la marca ha llegado hasta nuestros días: durabilidad y resistencia como signo de calidad. Calidad alemana, por supuesto.
Primeras imágenes de la fábrica en Güterlosh. A continuación, algunos de los primeros electrodomésticos Milele expuestos en el museo de su sede central.
Durante ya cuatro generaciones, los herederos de Carl Miele y Reinhard Zinkann, siguieron siendo socios de la compañía para llevar al mercado todo tipo de electrodomésticos: lavadoras industriales, aspiradores, lavavajillas…
Hubo guerras, crisis, y revoluciones silenciosas como la de la incorporación de la mujer al mundo laboral, o la de la preocupación del medio ambiente. Y Miele siguió allí, dando cobertura a las necesidades de limpieza de la ropa, la casa, la industria y por último, la cocina.
También Miele se aventurró en el mundo de los vehículos y diseñaron en los años ‘20 una colección de maravillosas bicicletas, motos e incluso un automóvil. Las motocicletas se produjeron hasta los ’60, pero las grandes inversiones de esta industria les hicieron abandonaron la idea de los artilugios con ruedas, y ahora sólo pueden verse las piezas en el museo de la sede central de Miele, en Gütersloh (Alemania).
Pero los Míele y los Zinkann siguieron innovando en el mundo del electrodoméstico hasta convertirse en uno de los buques insignia de la industria. Y siempre con la misma filosofía de calidad y durabilidad reflejada en el lema de la empresa ‘siempre mejor’.
Hoy en día Miele produce y comercializa lavadoras, lavavajillas, secadoras, sistemas de planchado, aspiradoras, neveras, cocinas, hornos, microondas, cafeteras, campanas….. que fabrica íntegramente en Alemania y vende en todo el mundo; su facturación global fue de 3,15 billones de euros en el ejercicio 2012-2013. Además de los productos domésticos, se fabrican lavadoras industriales y potentes aparatos de desinfección para material hospitalario.
Y todo empezó fabricando mantequilleras…
Lee la historia completa de Miele en su web www.miele.es