Seis siglos de historia militar y política alrededor de los mares patrios y allende los océanos le contemplan, desde la época de los Reyes Católicos hasta la actualidad. En el paseo del Prado, nº5, de Madrid, separado del palacio de Comunicaciones por la calle Montalbán, se encuentra el Museo Naval, en el edificio antaño sede del Ministerio de Marina, ahora Cuartel General de la Armada, con dos salas dedicadas a la batalla de Lepanto y el descubrimiento de América, dos de los grandes logros del Imperio Español.
Su monumental escalinata de mármol de Carrara da acceso al que está considerado como el museo más antiguo de Europa, que alberga, entre los objetos que merecen citarse, la espada de don Juan de Austria, numerosos portulanos (mapas que hicieron posible el uso de la brújula), como el plano de Juan de la Cosa (siglo XV), la cartografía más antigua de América que se conoce, además de maquetas y bibliografía naval. El Museo Naval cuenta en su espléndida colección con 642 modelos y maquetas de embarcaciones, 553 uniformes, 1.376 cuadros y estampas, 1.067 armas, 1.100 monedas y armas, 525 banderas y estandartes, 663 instrumentos científicos y 686 fondos etnográficos. En total, más de 10.000 piezas de incalculable valor,… Casi nada.
Entrada del Museo Naval de Madrid./Luis García (Zaqarbal)
El museo refleja el poderío del que gozó la navegación española de los siglos XV al XVIII, una de las mayores potencias en ese sentido, o quizás la que más en clara competencia con la británica. El tiempo parece que se le ha detenido al viajero cuando pone pie aquí y da inicio un recorrido que le llevara a gozar de uno los lugares con más historia de España. Descubrirá tesoros vinculados a la llegada de Colón y su tripulación al Nuevo Mundo: el más llamativo es la Carta Universal de Juan de la Cosa, la obra cartográfica más añeja que representa el continente americano y recoge los descubrimientos entre 1492 y 1500. Se trata de una obra única, un manuscrito sobre pergamino.
Otros planos que también sobresalen de entre el conjunto son postulanos mallorquines y portugueses que reflejan las costas europeas y mediterráneas de la época, así como el continente africano orientado de norte a sur por vez primera y la primigenia representación de Asia en base a los estudios de Ptolomeo y Marco Polo. El origen del Museo Naval se remonta a 1792, aunque no se abrió al público hasta 1843, inaugurado por Isabel II. Del año 1600 es el amplio conjunto de piezas rescatadas de la nao San Diego, que naufragó en aguas de Filipinas y que se exhiben el museo.
Astrolabio que se expone en la histórica galería madrileña./Rowanwindwhistler
La historia del museo anda acorde con la elegancia y pulcritud que destilan sus estancias. La Sala del Real Patronato simula un camarote antiguo de capitán de barco. Tiene a su alrededor retratos de varias generaciones de los Borbones: Alfonso XIII, Don Juan y Juan Carlos I. Las maquetas que se distribuyen por las galerías también llaman la atención del viajero: como la del Navío Santa Trinidad, que estuvo en combate en San Vicente, previo a Trafalgar. Una de las joyas del museo, sin duda.
Tapices de enormes proporciones como el del Repostero Ducal de Fernán Núñez despiertan la atención del visitante. La tela, de seda roja y pintada por Francisco Meneses, sirvió de bandera de combate y estandarte de los Fernán Núñez en la batalla de Lepanto contra los turcos. Mientras, un galeón flamenco del siglo XVI restaurado da paso a una estancia conocida como la ‘enfermería’, sitio donde se rehabilitan las piezas del museo. Es el único de sus características que se conserva en el mundo. Procede de las colecciones reales que reunió Felipe II en El Escorial.
Maqueta del acorazado Maine cuya explosión en 1898 motivó la guerra hispano-estadounidense./Rowanwindwhistler
Más de un millar de piezas componen la magnífica colección de armas del Museo Naval. Entre ellas dos parejas de pistolas y siete sables fabricados para Napoleón. El general corso se las regaló a un militar español como prueba de su admiración por la valentía de las tropas patrias. A destacar, asimismo, los paneles y vitrinas relacionados con la historia y evolución de la bandera española, que dio inicio con el encargo rojo y gualdo que realizó Carlos III en 1785 con el escudo de los Borbones.
Pocos museos de estas características existen en nuestro país y en Europa. A semejanza del Museo del Ejército de Toledo, el Museo Naval es fiel reflejo de la historia más fidedigna de nuestros antepasados en su relación con el mar. Gestas y desdichas que jalonan el destacado pasado del que ha gozado la navegación española. Uno de los lugares turísticos de obligada visita en Madrid, si de ruta museística planteamos. Y es que como dijo Martín Cortés de Albacar, un reputado cosmógrafo del siglo XVI, “navegar no es otra cosa sino caminar sobre las aguas de un lugar a otro».
Dónde dormir: Tryp Hotel Atocha Madrid; Calle de Atocha, 83 (Madrid); teléfono: 913300500.
Dónde comer: Piccolo Diavolo; C/ Fucar 11 (Madrid); teléfono: 911194348.