2 LOS PALACIOS VATICANOS
Los palacios Vaticanos fueron construidos como residencia fortificada junto a la basílica de San Pedro, y ampliados en varias ocasiones hasta ocupar una extensión de 5 ha de edificios y jardines. Además de las estancias abiertas al público, una parte considerable está reservada para el pontífice y para las actividades de la curia y de otras instituciones del Estado de la Ciudad del Vaticano. El complejo, al que se accede a través de un impresionante pórtico abierto en las murallas en 1932, albergó durante todo el renacimiento a la corte papal. Las habitaciones (11.000 en total, con “18.000 ventanas” según escribió hiperbólicamente François René de Chateaubriand) tienen diversos tamaños y decoración suntuosa, y conservan la fascinación propia de los edificios oficiales, todavía utilizados para cumplir su función original (la Capilla Sixtina, por ejemplo, es aún en la actualidad la capilla oficial del Palacio Apostólico).3 LOS FRESCOS
La bóveda de la Capilla SixtinaLos frescos del techo de la Capilla Sixtina, en la Ciudad del Vaticano, son una de las obras de arte más famosas del mundo. Entre 1508 y 1512, el artista renacentista italiano Miguel Ángel decoró la bóveda de la capilla con las más exquisitas imágenes de toda la historia del arte, entre las que sobresalen las nueve escenas del libro del Génesis.Son notables los frescos de las estancias, celebres en todo el mundo. La Loggia, una galería de 65 m de longitud y 4 m de anchura, fue proyectada por Donato Bramante en 1512 y terminada por Rafael, que empezó a decorarla en 1517. Especialmente admirable es la Capilla Sixtina, en cuya bóveda (de casi 1.000 m2) se pueden contemplar las nueve escenas del Génesis pintadas por Miguel Ángel entre 1508 y 1512. El lienzo mural situado detrás del altar exhibe, por su parte, el célebre Juicio Final, obra que también realizó Miguel Ángel entre 1536 y 1541. Pero además la Capilla Sixtina fue decorada, desde 1481, por Sandro Botticelli, autor de tres de sus frescos (Las pruebas de Moisés, El castigo de los rebeldes y La tentación de Cristo).Las cuatro stanze (estancias) del palacio decoradas por Rafael suponen otro vértice del renacimiento italiano; deben ser recordados, entre otros, los frescos del Parnaso y La escuela de Atenas en la Stanza della Segnatura (Estancia de la Signatura, 1509-1511) y Expulsión de Heliodoro del Templo en la Stanza d’Heliodoro (Estancia de Heliodoro, 1511-1514).Notable es también la galería de los mapas, encargada por el papa Gregorio XIII en 1580 y que está decorada con mapas y cartas que representan las posesiones de la Santa Sede.
4 LA PINACOTECA VATICANA
Muchas de las obras que se encuentran en los Museos Vaticanos son fruto del mecenazgo artístico que a lo largo de la historia realizó la Santa Sede, una de las cortes más fastuosas de Europa durante el renacimiento, a la que miraban con envidia muchos soberanos. En la mayoría de los casos las pinturas fueron comisionadas por los pontífices a los mejores artistas de su época. Las colecciones se enriquecieron posteriormente a partir de donaciones, herencias y adquisiciones. En la Pinacoteca Vaticana se pueden admirar obras maestras de Fra Angelico, Leonardo da Vinci, Melozzo da Forlì, Pinturicchio, Perugino, Caravaggio, Pietro da Cortona, Domenichino, Guido Reni, además de otras de los más significativos pintores europeos.5 LOS MUSEOS
Torso del Belvedere La famosa escultura en mármol llamada Torso del Belvedere fue hallada en las termas de Caracalla. El papa Julio II ordenó trasladarla al Belvedere, en los palacios Vaticanos. Realizada hacia mediados del siglo I a.C., en ocasiones ha sido atribuida al cincel de Apolonio de Atenas. El Torso fue muy admirado por Miguel Ángel y se convirtió en un importante punto de referencia para numerosos escultores de épocas posteriores; incluso Auguste Rodin estuvo fascinado por su fuerte expresividad. En la actualidad está expuesto en el Museo Pío Clementino, en los Museos Vaticanos.Otras de las secciones que convierten en excepcionales a los Museos Vaticanos son: el Museo Pío Clementino (cuya colección de mármoles clásicos, comenzada por Julio II, cuenta con obras maestras como el Apolo del Belvedere, el Laocoonte y el llamado Torso del Belvedere, que Johann Joachim Winckelmann definió como “una maravillosa encina privada de ramas y hojas”; el Museo Chiaramonti y el Braccio Nuovo (Brazo Nuevo), construido en 1817 por Antonio Canova, a petición de Pío VII, para acoger los nuevos descubrimientos arqueológicos; el Museo Gregoriano de Arte Etrusco y el Museo Gregoriano de Arte Egipcio (mandados construir en 1837 y 1839, respectivamente, por Gregorio XVI, un apasionado de las antiguas civilizaciones); el Museo de Arte Religioso Moderno (creado en 1973 por Pablo VI y que se ubica en las Estancias Borgia); el Museo Misionero Etnológico; el Pabellón de las Carrozas; y la Biblioteca Apostólica Vaticana (ligada al nombre de Sixto V, que la enriqueció con 2.527 volúmenes, aloja actualmente casi un millón de libros, muchos de los cuales son preciosos manuscritos miniados y valiosos incunables).