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Musgos, liquenes y aves son las nuevas formas de vida en el último glaciar de Venezuela

Publicado el 28 diciembre 2020 por Joseantortega

Musgos, líquenes y aves no reportadas sobre los 4.000 metros de altura de la cordillera de los Andes colonizan rocas desnudas por el deshielo del último glaciar en Venezuela. El derretimiento apresurado por el cambio climático causa tristeza, pero abre una oportunidad única para los científicos.

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No pasará mucho tiempo antes que desaparezca esta masa de hielo que se ha reducido en más del 99% desde 1910, según registros recopilados por investigadores venezolanos entre mayo de 2019 y octubre de 2020 para documentar los efectos del cambio climático.

“Para la comunidad en Mérida (oeste) es una noticia muy triste, muy difícil”, señala a la AFP la física Alejandra Melfo, integrante del proyecto Último Glaciar Venezuela del Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas de la Universidad de los Andes (ULA), patrocinado por National Geographic Channel.

Pero, “es interesantísimo para un científico tener la posibilidad de ver como paulatinamente se va formando vida en la roca”, añade Melfo, que participó de las expediciones plasmadas en el documental “Último Glaciar Venezolano, Vida después del Hielo”, estrenado en Youtube a mediados de diciembre.

Durante tres expediciones coordinadas por el ecólogo Luis Daniel Llambí, acompañado por una decena de investigadores, se reportaron “musgos y de líquenes nuevos para Venezuela, especies que no se habían reportado a esa altura, inclusive especies que no se habían reportado”, destacó Melfo.

“En particular, vimos colibríes, una especie conocida como el Chivito del páramo, un colibrí que logramos identificar que está polinizando las plantas a esas alturas”, añadió.

El retroceso del glaciar ha representado una “oportunidad única de hacer un estudio que en los Andes no se había hecho, de cómo la vida va colonizando la roca cuando se retira el hielo”. “El glaciar muere y deja vida, una oportunidad nueva para la vida”.

Gracias al proyecto se levantaron “mapas multitemporales” en lo que se pudo determinar dónde estaba el glaciar en cada momento histórico para identificar cuánto se había reducido. “Es como si el glaciar actuara como una máquina del tiempo”.

La investigación estudió la sucesión, fenómeno en el que un ecosistema pasa a una siguiente fase.

Las expediciones, recordó Melfo, fueron hechas bajo duras condiciones climáticas que incluyeron ráfagas de viento que desprendían las carpas del campamento.

Se encontró “interacción de entidades que se llaman biocostras, que son una asociación de musgos, con líquenes, con bacterias que van formando un ambiente donde pueden vivir otras plantas”.

Con información de AFP


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