Música
25 octubre 2013 por tangoferoz
No sé si por efecto de la crisis o por qué extraña razón, la capacidad de mi cerebro para evadirse de los problemas cotidianos y del trabajo es cada vez menor. Por suerte, el deporte logra a veces apartarme de la ley Wert, el aumento del paro, las guerras injustas y las rencillas políticas, que solo sirven para alimentar el circo mediático de unos pocos. La sensación de estar corriendo o nadando, me hace sentir libre, algo parecido a volar, y logro apartarme de mis pensamientos.
Hace unos días, uno gurú de estos que saben de todo, que uno consulta por una simple contractura y te termina analizando la vida, me recomendó hacer meditación. Algo que nunca se me pasó por la cabeza porque considero imposible poder dejar la mente en blanco. Es más, me da pánico.
Sin embargo, le dí mil vueltas a este posible reto. Confieso que eso logró, de alguna manera, desconectarme un poco de la realidad. Y en ese instante, cada vuelta que daba estaba acompañada de una melodía diferente. Así descubrí lo importante que era para mí la música. Desde Dire Straits, pasando por Juan Manuel Serrat, Charly García, Los Rolling Stones o The Police, hasta Javier Álvarez, Celtas Cortos y Los Abuelos de la Nada. Y aunque mi atención en estos momentos se centre en María Elena Walsh y Los Payasos de la Tele, me cuesta olvidar a Tom Waits, Leonard Cohen, Noa, Vicentico, Soda Stéreo, Milton Nascimento o Julio Sosa. Afortunadamente, la lista es interminable.
Saber la importancia que tiene la música en tu vida es algo vital. Porque cada momento, cada viaje, cada amigo, cada libro, cada rincón, cada beso, te recuerda a una canción.
Llevo días que extraño a una buena amiga que está lejos, Quizás por eso me apetece escuchar una que a los 17 años y por la misma razón, la bailamos mil veces. No sé si es buena o mala, sólo sé que marcó un momento importante de nuestras vidas y eso es lo que cuenta. Al menos para mí.