Revista Cultura y Ocio

Música en ítaca (24)

Por Ada




HOMBRES DEL DESIERTO
“Aquí están también los hombres.
(…)
Anochece en el Sáhara y brindamos por Cheb Mami (Saïda, 1966), que desde muy joven canta en las bodas del sur argelino. Se llama Khélifati Mohamed. La fama la obtiene por Desert rose, un tema interpretado a dúo con Sting, pero es una anécdota en el camino que va de los concursos radiofónicos locales a los conciertos en las ciudades de Europa y América. Y en París, donde se aprecia la vía abierta por Cheb Khaled o el asesinado Cheb Hasni, Mami acentúa su cosmopolitismo y añade aires de Turquía y Grecia al raï, y hasta lo espolvorea de funk y flamenco. El buen gusto cohesiona los materiales, y los escasos tres minutos de su Trab 2, con arreglos sabios de Ftati Mejdoub, son el ejemplo. Todo servido por una voz de muecín laico que no convoca a la oración sino a los amores físicos.
De arenas más lejanas viene la música del otro artista cuyos discos suenan en la radio de pilas. Ya noche cerrada, apunto el nombre de Ali Farka Touré (Gourmararusse, 1939), noble maliense convertido en granjero. Luego, en Francia, me cuentan la historia del niño aristócrata que toca el gurkel y el njarkala (guitarra y violín de una sola cuerda), con los ruidos de la lenta marcha de un conductor de rebaños, y que se transforma al conocer el blues de John Lee Hooker. Los amigos me hablan de un Bamako de “orquestas calientes”. Allí los pastores nómadas se dejan fotografiar encorbatados y exhiben sus trompetas, y el serio Farka Touré se aparta. A principios de los años noventa graba con Ry Cooder un álbum de éxito internacional, Talking Timbuktu, pero no cede ante las ilusiones del dinero; necesita quedarse en su pueblo sin luz eléctrica. El retrato de un músico contemporáneo de Ali Farka Touré, Momo Wandel Soumah, cantante violento y saxofonista delicado, resume el espíritu de la generación. Wandel pone la boca de su instrumento bajo el gran chorro de agua que sale del grifo de una fuente pública. Son creadores que proceden de familias pudientes, renuncian a los privilegios y llenan de gracia popular sus composiciones. Ali Farka Touré muere en Bamako en 2006.
A la mañana siguiente, en los sorbos del té a la menta humean estos dos recuerdos musicales”.
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Fragmentos del libro La nota rota; Hiperión, 2009)


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