PACO DE LUCÍA
“La posguerra española del siglo XX luce sus ruinas en blanco y negro. El padre del niño es un guitarrista que ameniza las fiestas nocturnas de los señoritos gaditanos y que a la mañana vende verduras en un puesto instalado al aire libre. A pesar de sus esfuerzos, no puede seguir pagando los estudios elementales del hijo de nueve años, y éste abandona la escuela para aprender a tocar la guitarra. No es ninguna tragedia, a juicio de un chico despierto y laborioso cuya habilidad deslumbra al guía del flamenco de entonces: Niño Ricardo. Tanto trabaja encerrado en su habitación, que el vecindario cree que un disco gira sin parar en la casa de los Sánchez.
(…)
El padre vuelve a hincar su intuición en el centro de la diana: la familia Sánchez se establece en Madrid. Así saltan centellas cuando Camarón de la Isla y Paco de Lucía colaboran. Al cantante le hubiera gustado ser un virtuoso de la guitarra, y al instrumentista cantar con la potencia desgarradora de su compañero. Nunca, en la historia del flamenco, las pasiones insatisfechas han sido sustituidas con tanto acierto.Los dos jóvenes se juntan en cualquier barucho o esquina, buscan nuevas fórmulas, orillan dificultades y van sin prejuicios a los estudios de grabación. Cumplida esa etapa, poco a poco dejan de acompañarse, y no es por culpa de la vida bohemia de Camarón o del éxito de Paco, en 1973, con una rumba graciosa: Entre dos aguas. La costumbre no debe disminuir la intensidad con que han experimentado”.
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Fragmentos del libro La nota rota; Hiperión, 2009)