Todos los símbolos y caracteres de la música funk convergen en Earth Wind & Fire
Entre los diversos géneros de música popular que surgieron en el siglo pasado, el ritmo funk es uno de los más divertidos, bailables y transmisores de optimismo; un género ideado y puesto en práctica principalmente (pero no sólo) por artistas afroamericanos, negros vamos. Es el auténtico ‘black power’
Resultaría muy difícil encontrar canciones ideadas en clave funky que tengan efectos depresivos por sí mismas, aunque sí que pueden producir alergia, efectos secundarios indeseables y, en fin, otras consecuencias y secuelas entre la población heavy o punk, pero esto se debe más a la predisposición y características del oyente que a la composición química del producto. Sea como sea, la música funk ha proporcionado algunos de los comprimidos (canciones) más estimulantes, vibrantes, excitantes e incluso divinamente disparatados de todo lo manufacturado por la industria musical a lo largo del siglo XX.
El concepto de la música funk tiene su origen en el sentimiento llegado de África, es por tanto cien por cien negra; a ese principio activo se le fueron añadiendo la asunción del cristianismo, que dará lugar a los espirituales y al góspel, las tradiciones anglosajonas y la propia situación de los americanos negros; todo ello condujo al blues, al jazz, al soul, al rock & roll…, al funk. Aunque su prehistoria se hunde en los sesenta, no cabe duda de que sus mejores años fueron los setenta y los ochenta del siglo XX.
Cuando se habla de los nombres propios del género, hay que citar en primer lugar al padrino del soul, el gran James Brown (tan buen músico como mala persona), quien siempre supo controlar a la perfección los resortes del show bussines: ritmos trepidantes con instrumentación abundante, melodías simples y estribillos pegadizos, y al lado, espectáculo con efectos dramáticos, teatralidad, bailes y bailarines frenéticos… De su enorme producción destaca, lógicamente, su ‘Get up (I feel like bein a) Sex Machine’, pieza que encerraba infinitos recursos. También intuyeron por dónde podría ir la cosa los increíbles Sly & The Family Stone, que ya en los sesenta construyeron monumentos del funk-rock como el ‘I wanna take you higher’.
Siempre asociados al mejor funk están, cómo no, Kool & The Gang, que tras una primera etapa más purista entraron en los ochenta con nuevos bríos, dando salida a piezas bandera del género como ‘Celebration’, ‘Get down on it’ o ‘Fresh’; inolvidables sus coreografías desmesuradas, colores reventones, fulminante sección de viento, ritmos muy calientes y un sonido magnético. De Chicago son los fabulosos Eart, Wind & Fire, que siguen en activo desde su fundación, en 1970; tienen una interminable lista de singles, algunos de los cuales están en los altares de la música funk, como la delicada ‘Fantasy’, la impresionante versión del clásico de los Beatles ‘Got to get you into my life’ (más soul), la cautivadora ‘September’ con su abrasadora sección de metal e incluso sus falsetes, la divertida, optimista y revitalizadora ‘Boogie Wonderland’ o la insuperable ‘Let´s groove’, tema que roza la perfección del género. No puede olvidarse a los neoyorquinos Chic, más elegantes y contenidos y con un gran talento como Nile Rodgers a la cabeza; ‘Good times’ es de lo más típico del funk, y ‘Le freak’ atrae irremediablemente por alguna causa desconocida. Los británicos Average White Band tenían dos cosas diferentes; una eso, que no eran de Estados Unidos, y otra que eran blancos; lo suyo era tal vez más cerebral y quizá fueran mejores músicos; sus momentos álgidos eran casi siempre instrumentales, como con ‘Pick up the pieces’ y algunos pasajes de sus canciones, donde evidenciaban deudas con el jazz.
Imposible olvidar a los ‘anónimos’ Lipps INC, que sólo hicieron una gran canción, una sola, pero de esas que perduran, ‘Funky town’. Igual que los KC & The Sunshine Band, de Miami, con blancos y negros en sus filas, puestas en escena exageradas y varios títulos para la historia, como la siempre recordada ‘That´s the way I like it’ o la estimulante ‘Shake your body’. De Filadelfia eran The Trampps, que tienen sitio en el Olimpo Funk gracias a ‘Disco Inferno’, emblemática e irresistible canción de la banda sonora de la película ‘Saturday night fever’. Merecen ser recordadas asimismo algunas bandas que, desgraciada e increíblemente, están en el más oscuro de los rincones. Por ejemplo los efímeros Funkapolitan, ingleses procedentes de anteriores bandas que lanzaron un primer álbum antológico (con piezas como ‘Run run run’, ‘As the times goes by’, ‘In the crime of life’) y un atractivo funk-pop; o los escoceses Hipsway, que apenas hicieron un par de discos, pero al menos dejaron una auténtica joya como ‘The broken years’.
Lógicamente la lista podría ser mucho más larga, y cierto es también que se ha hecho funk después, aunque siempre a imitación de aquellos que en esos veinte años brillaron con ese ritmo, esas formas tan deslumbrantes como sus habituales atuendos. Y aunque algunos blancos se atrevieran a ello a pesar de sus rostros pálidos, lo cierto es que el funk es y será pura magia negra.
CARLOS DEL RIEGO