Libertad, qué palabra más bonita ¿verdad? Te sientes atrapado en un espacio reducido y ansías ser libre. Quieres ser tú, a veces no yendo al compás del mundo, pero necesitas saborear la voluntad de obrar por tí mism@. Quieres despojarte de aquello que te retiene o impide ser feliz y deseas escapar. LIBERTAD. Tres sílabas, 8 letras, un sinfín de sentimientos proliferan. Y el mayor de todos es la felicidad, es la vida. Y a veces, hasta el milagro. Hace unos días una docena de orcas se quedaron atrapadas entre masas de hielo, en las aguas gélidas del mar del norte de Canadá. El suceso dio la vuelta al mundo. Los cetáceos iniciaron una especie de danza acuática saliendo a la superficie en busca de oxígeno en un cada vez más reducido espacio del tamaño de un camión. Temiendo por sus vidas y creyendo que tenían los días contados, los lugareños esperaban lo peor. De repente, el milagro se produjo cuando la madre naturaleza les echó una mano: la dirección de las corrientes cambió, con lo que el hielo empezó a moverse, abriéndose así una vía hacia la libertad y la vida. El final fue feliz para estas orcas. Yo no pude sino alegrarme por ellos y pensar ipso facto en Keiko, la famosa orca que inspiró la trilogía de ¡Liberad a Willy! (Free Willy! en su versión original; ¡Liberen a Willy! para Hispanoamérica). Es por ello que el tema principal de este film forma parte del ¡Música maestro! de hoy, por recordarme estas oscas de Canadá la celebérrima historia de Keiko. El desaparecido rey del pop Michael Jackson cantó un precioso tema (toda una alabanza a la vida) para una historia feliz en la ficción pero triste en la realidad.
¿Qué pasó con la auténtica Willy? Keiko, que en japonés significa bendecida o afortunada, no tuvo tanta suerte como las orcas de Canadá, y si bien se intentó llevar a cabo su libertad y adaptación a la vida salvaje en el océano, el animal siempre regresaba a la costa en busca de compañía humana, especialmente niños. Su período en cautiverio mermó su calidad de vida, muriendo a los 27 años, dicen, cuando lo normal es que esta especie viva en torno a los 60. Para l@s rezagad@s, para l@s despistad@s... va una escena de ¡Liberad a Willy! (1993), una de las mejores a gusto personal. Sin contar su final, lo es. Por la maravillosa conexión que se percibe y la estupenda música que la acompaña. Un feliz chapoteo de buenos sentimientos. Totalmente recomendable. Hay un pequeño Willy en cada uno de nosotros.