Vengo buscando una historia de amor. Es lo prometido. Pero no vengo buscando una historia de amor cualquiera, vengo buscando 'la historia'. Que sea limpia, que nos haga libres, fuertes, grandes, guapos. El amor nos hace guapos, sí. La música también, a tenor del título de esta novela. El amor verdadero nos hace guapos al vernos reflejados en los ojos de quien nos ama, de quien nos ve de verdad. Y cuando digo guapos no me refiero tan sólo a una belleza física. Pero no soy primeriza, ya no me creo cualquier historia. Vengo anhelante pero cauta. No me valen sucedáneos, no consiento señuelos. Vengo buscando 'la historia'. No me conformo con menos.
"Me gusta pensar que es la primera vez que me miró de verdad, la primera vez que quiso recordarme. Me gusta mi cara en esa imagen, porque es la cara de quien se siente tratada como a una le gusta que la traten. Me gusta el verde del fondo, y esa sensación de estar en un bosque bajo cubierto, en un escenario concebido como una burbuja protectora por alguien que sabía del miedo, y también de cómo enfrentarlo, con la única arma que logra hacer alguna mella en él, la belleza escurridiza del mundo."
Mónica y Ramón se conocen una noche de viernes en un local nocturno de Madrid. Ella roza la treintena, no ha tenido suerte en el amor y vive estirando el sueldo que recibe por malgastar su talento de periodista en un trabajo que no le gusta. Él pasa de los cuarenta, hace tiempo que no tiene una relación amorosa y guarda un hermético silencio acerca de su profesión. Su historia podría haber comenzado y terminado esa noche, incluso casi ni existir, pero Ramón y Mónica deciden quedar a la semana siguiente y comienzan así una relación en la que la música cobra un significado especial. En cada una de sus citas Mónica le dedica una canción a Ramón y viceversa. Son canciones que llevan un mensaje a su destinatario. Son canciones que componen la banda sonora de "Música para feos".
"Me dormí pensando lugares donde citarle, con aquel temor antiguo a que decidiera no venir; el temor que un día había sido la antesala de la luz más hermosa, la luz que esa noche recé, como la creyente que ya no era, para que volviera a acariciarme la piel."
Qué queréis que os diga, el misterio está muy bien para una primera conversación, para la fase de tonteo, pero después... A mí me gusta saber lo que hay. Y que conste que respeto la parcelita privada de cada uno, pero mantener oculta una parte tan importante de tu vida, y de tu vida presente además, a la persona que amas,... Ay, Ramón, Ramón. Y quiero dejar claro que me gusta Ramón (más al principio), que Ramón tiene su encanto, pero también sus cosillas. Ramón tiene un detalle con Mónica la noche en la que se conocen que me gusta mucho y que demuestra que quiere que ambos estén en igualdad de condiciones para lo que puede ser el inicio de algo. Pero, ¿y después?, ¿no te das cuenta Ramón de que al tener una información de la que Mónica carece estás jugando con ventaja? Eso ya no me gusta tanto. Y tampoco me gusta que Mónica lo consienta.
"Al leerlo, en mi pecho se abrió un hueco más grande que yo. De ahí en adelante, perdida dentro de ese hueco me tocaba vivir."
Vale, yo no soy nadie para juzgar a nadie. Que cada uno viva su vida a su manera y entienda el amor como considere oportuno. Pero yo vengo buscando una historia de amor. Y si la vengo buscando es porque así se me dice en la sinopsis de este libro y también por las opiniones de muchos de sus lectores. Y claro, estas cosillas hacen que me cueste un poco creerme no el amor sino la historia.
Mónica está enamorada. Así nos lo dice. Esta es su historia y es ella quien nos la cuenta. Y yo la creo. También me creo el amor de Ramón. Lo que me cuesta son comprender los motivos por los que oculta su profesión a pesar de que él se los explica a Mónica. Pero eso no me lo creo. No es que piense que miente, es que no acabo de comprenderle. También es verdad que a esta novela le falta la voz de Ramón y eso hace que quede coja. A Ramón lo conocemos a través de Mónica, sabemos lo que él le hace sentir a ella pero ignoramos lo que él siente. Sólo sabemos lo que le dice a Mónica, que me lo creo, pero sigo sin comprenderlo.
Gracias, Mónica. Por compartir tu historia, por contárnosla. Por hacerlo de forma sencilla, ágil. Por ese tono que le das que nos impele a seguir leyendo, a querer saber lo que va a pasar (o más bien cómo va a pasar). Gracias, Lorenzo Silva, por ponerle voz a Mónica. Pero señor Lorenzo Silva, usted y yo hemos tenido un grave problema de comunicación. No me ha llegado su historia. Así que o usted no ha sabido contármela o yo estoy más sorda que una tapia.
Empieza usted correcto. Continúa bastante bien. Hay diálogos con chispa. Tiene cosas bonitas. Considero su capítulo más logrado aquel en el que nos cuenta la historia de Mónica con su ex pareja (que teniendo en cuenta que esta es la historia de Mónica con Ramón no sé qué pensar). Y luego... Bueno, si tenemos en cuenta que parte de la relación entre Mónica y Ramón se ha mantenido vía whatsapp y skype, hay que comprender que uno no se puede lucir mucho narrativamente.
"Era, sin trampa ni cartón, lo que me mostró desde el primer instante: un hombre decepcionado de sí mismo, sumido en el desánimo por la suma de las decisiones erróneas que pesaban sobre sus hombros, que vio una rendija de luz y se lanzó tras ella con toda su alma, con lo mejor de sí, y lo puso a mis pies mientras las fuerzas le alcanzaron a sostener la sublevación. Un hombre que no era malvado, sino débil, como lo somos todos, cuando atisbamos al alcance de nuestros dedos una pizca de la felicidad y del goce que la vida nos vende siempre tan caros, cuando no se complace en negárnoslos."
Tampoco estoy segura de que dejar a merced de las canciones escogidas por Mónica y Ramón los momentos en los que se muestran sus sentimientos haya sido buena idea. No seré yo quien reniegue del inmenso poder de comunicación de la música y de que sin duda es un catalizador de emociones único. Pero yo estoy leyendo un libro y necesito sentir lo que se me dice, no creerme los versos de una canción que a veces no sé ni cómo suena y otras pienso que no viene al caso.
"Y me fui directa al corte que más hacía honor a su nombre en mi alma y en mi memoria: aquella canción que me abría en canal, afilada e inmisericorde. Volví a escuchar la estrofa maldita, la que tanto me había estremecido, arrebatado y al final deshecho..."
Valoro su intento de crítica a través de la situación laboral de Mónica, señor Silva, pero es tan evidente lo que con ello nos dice que considero que no aporta nada. Recojo también el homenaje que quiere ser su novela a la profesión a la que Ramón pertenece. Respecto a ello he de decir que sabía desde un principio a qué se dedicaba Ramón. Obviamente lo había leído en algún sitio que no recuerdo pues adivina no soy, pero de no ser así no creo que me hubiese costado adivinarlo y no entiendo cómo Mónica no pensó en ello. Pero es que no es sólo eso lo que se ve venir. El tono que utiliza Mónica en toda la narración deja muy claro cómo termina este libro. Al final tanto misterio para nada.
Venía buscando una historia de amor y no la he encontrado. Tampoco me voy de vacío, sí he encontrado amor, tal vez no como yo lo esperaba pero amor. Decía al inicio de esta reseña que el amor verdadero nos hace sentir libres, fuertes, grandes, guapos. No me cabe duda de que Mónica se sintió así cuando conoció a Ramón, pero después Mónica se me ha hecho pequeñita, aunque tal vez ella no fuese consciente de ello. Decía también que nos hace limpios y Mónica en sus propias palabras manifiesta sentirse así. Personalmente opino que está en proceso de limpieza, y espero que emerja de ella radiante, enorme y bella.
"Mi corazón sabía desde siempre, [...] que tenía que limpiarse de aquella inmundicia para poder seguir prestándome el servicio que le era propio. Para volver a exponerse, con alguien [...] a quien volvería siempre, en todas las horas oscuras, en todas las orillas tristes, en todas las noches solitarias."
Me gustaría reconciliarme con Lorenzo Silva antes de concluir esta reseña. Cojo su testigo y os dejo una canción. Esta no viene en el libro, ésta la elijo yo. Quisiera con ella poder transmitiros lo que venía buscando. Con ella me despido. Que la música (y el amor) os haga guapos.