Musicoterapia Musica y Psicologia Terapia Musical

En su comentario a "El secreto de la flor de oro", Jung, dice: "Mis experiencias profesionales demuestran que la técnica, a la que inconscientemente he sido llevado a lo largo del Camino Secreto, durante siglos ha constituido la preocupación de los más capacitados cerebros del Oriente". En el mismo trabajo, prosigue: "Es mi propósito dejar de lado, sin piedad, las reivindicaciones metafísicas de todas las enseñanzas esotéricas... es mi firme intención poner en evidencia, a la luz del entendimiento psicológico, las cosas que tienen sonido metaf ísico y hacer todo lo posible para evitar que el público emplee palabras oscuras... es imposible comprender metaf í-sicamente y sólo es posible hacerlo psicológicamente. Por tanto, despojo a las cosas de sus vestimentas metafísicas con el fin de poder convertirlas en objeto de la psicología ... Puedo decir que mí admiración por los grandes filósofos orientales es tan grande como irreverente mi actitud hacia su metafísica".

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Geraldine Coster en "Yoga y la psicología occidental", sostiene el punto de vista de que una aproximación al psicoanálisis daría resultados más rápidos y satisfactorios que los provenientes del interés puramente científico. Ha demostrado que hay grandes puntos de semejanza entre las dos ciencias y admite sin ambages que algunos profesores de Yoga están en posesión del conocimiento, de ese conocimiento que ciertas encumbradas figuras de la psicología occidental buscan afanosamente. Contra la moderna tendencia que en cierta medida desea reconciliar las filosofías orientales con la psicología occidental, insurgen muchas mentes eruditas que nada quieren saber con las teorías de Freud y de Jung. Cuando una doctrina consigue ahondar tanto en la gente que hasta las jóvenes menos avisadas discuten sus "complejos", y los músicos incursionan en las inhibiciones de los compositores, es tiempo de preguntar, a la usanza de los jueces eruditos: "¿Qué es el psicoanálisis y dónde terminará la automática esterilización del sentimiento?

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Las divergentes opiniones que campean acerca de la eficacia del psico-análisis se basan en la razón. Por necesidad la razón debe ser tri-dimensional, lo que dificulta descubrir cómo puede aplicársela a las investigaciones de las fuentes del genio creador, cosa que funciona por lo menos en cuatro dimensiones. Ahora tenemos la autoridad del profesor Mc-Murray para relegar a la inteligencia del plano secundario de las emociones, que es la asistenta y criada de estas últimas.

La emoción, nos dice, es esencialmente razonable, mientras que la interposición oficiosa del entendimiento deforma la belleza de las cosas. Un vastago del psico-análisis ha hecho pie en la música bajo el grandioso título de "musicología", cuyo objetivo parece ser la investigación de la naturaleza de la mente musical. Es, por cierto, la vieja búsqueda de la naturaleza del genio. Lo más que puede descubrirse son los variados estímulos por los que el genio se proyecta. La mente del compositor es una cantidad desconocida. ¿Cómo podemos estar seguros de que antes de comenzar, el investigador posee un adecuado conocimiento de su propia mente? Si estuviera en posesión de este conocimiento tendría una ventaja de que, podemos darlo por sentado, no dispone el compositor. A esta altura, nuevamente, nos preguntamos: "¿Qué es la mente?" O alternativamente, "¿qué entiende la crítica por mente?"

La pregunta no es la inteligencia: no es el cerebro ni aparato alguno del pensar consciente. Bien puede ser un instrumento que registra las emociones, anulando conscientemente todos los intentos para medir el "sentimiento" mientras estamos bajo el dominio de las sensaciones creadas —o resucitadas— por una obra de arte.
La mayoría de los artistas creadores han trabajado sólo bajo la influencia de algún estímulo secundario. El alcohol, las drogas, la disipación, los desórdenes nerviosos y hasta la locura lisa y llana son los agentes que emplea la naturaleza para asegurar una actividad creadora. Esto no quiere decir que estas ayudas artificiales a la creación constituyen en sí el "genio", pero sí quiere decir que mientras no llegue a conocerse el trabajo exacto de los estímulos y la naturaleza de los órganos altamente sensitivos sobre los que operan, toda investigación de las "mentes" de los compositores es absolutamente inútil.

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El genio musical difiere de cualquier otro sólo en el método de expresión. Casi todos los poseedores del dudoso don, fueron extremadamente frivolos. La incesante interrogación de Mozart: "¿Me amas?", se diferencia sólo en el grado de puerilidad de Eduardo MacDowell, Chopin, R. L. Stevenson, Coleridge, Osear Wilde, Francis Thompson, y otros. Handel, Schubert, Gluck y Dussek fueron todos alcohólicos.

Además Handel fué epiléptico. De la misma enfermedad sufrían Mozart y Paganini. Entre los dementes psicóticos estaban Schu-mann, Donizetti, Paganini, Wolf y MacDowell. Padecían de tuberculosis Paganini, von Weber, Mozart, Chopin, David y muchos otros. Acerca de la "función" de la música, los psicólogos están convencidos de que "agrega algo a nuestro conocimiento de la vida", frase sin sentido. La música es parte de la vida y es valiosa al individuo en la medida en que pueda prodigarle sensaciones o emociones de naturaleza espiritual, resumiendo, mientras pueda servirle de acción liberadora.

Es con tal fin que el amante de la música frecuenta los conciertos: para recibir de segunda mano, del compositor, algo de esa esencia, diríamos, así haya sido escrita bajo la influencia de estímulos artificiales, de la que el auditor conoce la existencia mas no el secreto.
La llamada moderna psicología ha tenido un curso bastante extenso. En ninguna otra esfera su fracaso es más evidente que en el examen del genio.