La musicoterapia se viene usando desde hace años para tratar diferentes patologías, desde la ansiedad hasta la depresión. Sin embargo, ahora también se utiliza para abordar trastornos más complejos, como el autismo infantil.
Uno de los estudios más recientes en los que se analizó la influencia de la musicoterapia en el autismo fue realizado por investigadores de la Universiti Putra Malaysia y ha demostrado fehacientemente que la música tiene efectos positivos sobre el comportamiento de los niños autistas.
La investigación, publicada en la Pertanika Journal, recogió los datos de 41 niños que habían sido sometidos a sesiones de musicoterapia semanales, durante un periodo de 10 meses. Así pudieron apreciar que la música disminuía casi a la mitad los episodios de inquietud difusa, agresividad hacia otros niños y rabietas sin motivos.
Por supuesto, este no es el único estudio que demuestra los beneficios de la música para los niños autistas. De hecho, se conoce que la música contribuye al desarrollo socio-emocional de estos pequeños. Debemos tener en cuenta que los niños autistas tienden a ignorar o rechazar el intento de acercamiento de otras personas por lo que les resulta muy difícil establecer una relación. Sin embargo, la música les ayuda a salir de ese aislamiento y les acerca a las personas, en parte, porque se sienten fascinados por los sonidos, y también porque se sienten más seguros.
Además, la música también estimula la comunicación, tanto en el plano verbal como no verbal. De hecho, la musicoterapia se puede utilizar con el objetivo de estimular la vocalización y el lenguaje en los niños autistas. A través de actividades en la que está involucrada la música, el niño autista logra mostrarse más abierto y receptivo al contacto y puede expresarse con mayor libertad.
Finalmente, pero no por ello menos importante, la música también contribuye a que los niños autistas desarrollen la capacidad de responder afectivamente ante diferentes situaciones. De hecho, uno de los principales problemas que acarrea el autismo radica en que la persona no responde emocionalmente como se espera de ella. Sin embargo, la música ayuda a liberar las emociones, tanto las positivas como las negativas, por lo que es una válvula de escape que estimula la expresión emocional poniendo el énfasis en los propios sentimientos.