No sé por qué pero me da que en mi apreciación sobre "Mustang"no voy a coincidir con muchas personas. Las reseñas y críticas que sobre el filme de Deniz Gamze Ergüven he leído no hacen más que aplaudir la valentía, la contundencia y, aunque en tono amable, la crítica de la sociedad tradicional turca que su directora y también guionista muestra en esta película que no ganó el Oscar a mejor película de habla no inglesa para el que estaba nominada pero sí se ha alzado con muchos otros, como el Premio Lux 2015 concedido por el Parlamento europeo; aunque quizás sea en España donde haya conseguido un mayor número de distinciones: Premio del público del Festival de Sevilla, seis premios Seminci y el Goya a la mejor película europea.
La directora es turca de nacimiento pero desde los dos años de edad vive en Francia país cuya nacionalidad ostenta y en el que se educó adoptando como es lógico todos los valores propios de la cultura europea occidental. Vuelve con frecuencia a Turquía, país de fuertes contrastes interiores (no es !o mismo la vida en Estambul que en la localidad a orillas del mar Negro, distante de ella más de 600 kilómetros, donde las protagonistas viven y pasan sus vacaciones de verano. Y, naturalmente, hay un fortísimo contraste entre todo el país otomano y Francia o cualquier otra nación europea. En estos retornos veraniegos o de visita familiar a su lugar de nacimiento Deniz Gamze observa -dice en entrevistas por el estreno de su película- el enorme peso que la tradición cultural sigue teniendo sobre la mujer a pesar de la apertura del país a Europa. Es Turquía una nación dislocada entre un destino que ansía, integrarse en Europa cuyos hábitos culturales imita, y el peso de la cultura tradicional que impone silencioso asentimiento a la mujer ante el matrimonio que es acordado por las familias sin tener muy en cuenta la opinión de los jóvenes contrayentes. Si a esto le añadimos el peso creciente que últimamente el islamismo va teniendo en el país, -¡aspecto que no se aborda directamente en el film!-, ya tenemos los mimbres que constituyen el film.
Pero bueno, ¿me ha gustado o no me ha gustado? En fin, sí y no. He aquí mis porqués:
1.- Una denuncia necesaria
La directora, autora del guión junto a Alice Winocour, presenta a cinco guapísimas hermanas (Ilayda Akdogan [la hermana mayor], Tugba Sunguroglu [la segunda], Elit Iscan [Ece], Doga Zeynep Doguslu [Nur], Günes Sensoy [Lale], alegres y lozanas, que aunque están siendo educadas en valores de igualdad que las dignifican como personas se van a enfrentar en su entorno más íntimo con una realidad muy distante de la equidad que reciben en la escuela. El encontronazo entre estas dos antagónicas visiones de la vida se agrava cuando sus juegos con los chicos compañeros de clase son censurados por el pueblo cada vez más islamizado. Los tíos carnales que las acogieron en su casa cuando sus padres fallecieron creen que, como mujeres que son y para evitar en adelante habladurías, lo mejor es aislarlas y prepararlas para el matrimonio, la única meta de una mujer en la sociedad tradicional turca.
Lo sorprendente es que este panorama tan negro y terrible se muestra de un modo muy alegre y colorista en fortísimo contraste con el sometimiento total a los deseos familiares al que las jóvenes se ven arrastradas. La película, cuya directora califica de tragicomedia, camina más tiempo por la zona de la comedia que del drama provocando en mi opinión una cierta inverosimilitud.
2.- Un mensaje no claro del todo
Mientras veía la película pensaba en que la misma podía interpretarse indistintamente de una manera y de la contraria. Me explico. Unos podrán ver en la cinta un alegato a favor de una educación igualitaria semejante a la que practicamos en occidente; y otros podrán decir que la tragedia que viven estas chicas nace precisamente de ese tipo de educación alejada de los valores tradicionales.
Creo que la directora camina entre dos aguas sin querer mojarse del todo. No me extraña mucho pues entre los títulos de crédito aparece entre otras fuentes de financiación del proyecto el Ministerio de Cultura turco (la película es una coproducción de Francia, Turquía y Alemania) y, claro, ¡cómo el ministerio del islamizante Erdogan iba a tolerar que se arrojasen piedras contra su propio tejado!
3.- Un producto para el consumo interno de Turquía
Pienso además que en cierta manera la película ha pensado en el mercado de distribución turco, pues si no no sabría interpretar aspectos como los siguientes: cinco sensuales rostros y cuerpos de chicas jovencísimas que lucen constantemente sus encantos, venga o no a cuento; juegos entre adolescentes algo subiditos de tono; cinco posibles respuestas a las tradicionales propuestas familiares de matrimonio que no desvelaré aquí para no incurrir en spoiler, pero que diré que , en su variedad, intentan no dejar a nadie insatisfecho.
4.- Mujeres y hombres.
Las mujeres son mostradas en dos claros grupos, tradicionales vs modernas. Con los hombres se intenta hacer lo mismo pero con un resultado menos claro pues resulta que la mayoría se muestran con comportamientos muy machistas (el tío, los chicos sedientos de sexo fácil, etc.); tan sólo hay uno o dos personajes masculinos que se manifiestan abiertos a la igualdad con las mujeres pero que en el contexto en que se mueven resultan un tanto difíciles de creer.
Por lo demás es una película que bebe demasiado en "Las vírgenes suicidas" (1999) de Sofía
Coppola adaptación de la novela de mismo título que en 1993 escribió Jeffrey Eugenides. Denis Gamze Erguyen se empeña en decir que no es del todo así, pero las semejanzas son excesivas: cinco lolitas conminadas a aceptar unas normas culturales represoras. La diferencia, aparte de la ubicación -Estados Unidos en "Las vírgenes suicidas" y Turquía en "Mustang"-, quizás estribe en que en la obra de Eugenides el suicidio es la única posible salida que se atisba, mientras que en "Mustang" se barajan muchas otras posibilidades.
Final
¡Ah, se me olvidaba: el porqué del título! No tiene nada que ver con el pequeño coche popularizado por la casa Ford. Para nada. El motivo es más poético y queda referido a un tipo de caballos salvajes, cimarrones, cuya belleza es consustancial a su estado libre y no sometido. El parangón con nuestras cinco chicas es claro y evidente. Quizás esta defensa del no sometimiento sea, en mi opinión, el valor mayor del flim, y más en unos días como los que estamos viviendo en que la intrasigencia yihadista ha vuelto a golpear nuestra cultura, esta semana en Bruselas, pero hace nada fue en París, y antes en Londres, y Madrid, y New York... Sí, hoy yo también premiaría a esta película, pero si me aíslo de mis inmediatas emociones haría como ha hecho Hollywood: la destacaría, pero no la elevaría a los altares.