Me pidieron un broche flamenco. Flamenco del animal, no del cante y el baile. Y desde ese día, todo lo que me rodea son flamencos. En camisetas, en tazas, en juegos de sábanas, flotadores y en cojines. No sé si estarán de moda o es que mi ojos ahora prestan más atención en el tema. Pero la verdad es que últimamente estoy yo muy flamenca.
Ya os lo dije, estoy muy flamenca.
Muchas gracias por vuestra compañía.