Revista Cultura y Ocio

Muy, muy larga

Por Aceituno

La vida es muy larga. Mucho. Me doy cuenta ahora, cuando sé que me queda poca. Es verdad que parece que pasa deprisa porque casi siempre miramos hacia el pasado con una mirada rápida, una mirada de soslayo, así como por encima del hombro, pero si cada vez que miramos hacia atrás nos tomásemos el tiempo de mirar de verdad, de observar lo que sucedió e incluso revisar notas o fotos de aquella época, nos daríamos cuenta de que en absoluto fue rápido.

Lo sé porque estoy reencontrándome con mis viejos diarios de viaje y algunos pasajes que en mi memoria duran dos segundos, cuando los leo duran varias semanas. Sí, definitivamente la vida es muy larga y suceden muchísimas cosas. Un solo día puede llegar a ser intensísimo y no darnos tregua. Hay épocas en las que se suceden los días así, días en los que nos pasan tantas cosas que parece que no caben, días que nos abruman, que nos sobrepasan y nos hacen llegar al límite. En cambio, varios años después, recodaremos esa época como algo fugaz y muy corto. Son las trampas que nos tiende la memoria.

Si nos fijamos bien, estoy seguro de que vamos a encontrar distintas etapas en nuestro pasado, etapas delimitadas con más o menos precisión, según el caso. Cada una de esas etapas está plagada de acontecimientos que la hacen singular, acontecimientos buenos, malos, regulares e incluso un montón que no recordamos o recordamos de manera muy confusa, como a través de una neblina espesa.

También hemos renacido varias veces aunque no seamos conscientes de ello, hemos vuelto a empezar y hemos vuelto a caer por distintos motivos que no siempre recordamos porque la memoria censura los malos momentos para que creamos haber tenido una vida feliz. Creo que por eso he ilustrado el post con un pequeño bosque, porque son muchísimas las veces que un solo árbol nos impide verlo en todo su esplendor o incluso verlo en absoluto.

A mis 41 años echo la vista atrás, repasando cuadernos y fotos, y me abruma la increíble cantidad de cosas que viví. Pues bien, de no ser por el cáncer aún me quedaría casi el mismo tiempo de vida por delante. Increíble. Sí, absolutamente increíble.

Con esas fotos y esos diarios en mis manos no puedo pensar otra cosa: la vida es muy, muy larga.


Muy, muy larga

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