A ver: ¿Qué preferís: el hormigón o el césped; el asfalto o las flores? Creo que no necesito leer vuestras respuestas. Me las imagino unánimes. Pero como casi nunca hay unanimidad en nada, yo, como aquel dentista de cada diez que sí recomendaba chicles con azúcar, voy a pronunciarme hoy por el hormigón y por el asfalto y en contra de los vegetales.
Y es que el ABC nos cuenta con gozo la gran noticia de que la primera fábrica de FIAT, en Turín, se convierte en el jardín colgante más grande de Europa. ¡Bravo! (Si no te dicen nada más).
Ponen esta ilustración con algunas plantas en la cubiertaPero para muchos de nosotros esa fábrica de la FIAT no es solo un mamotreto de hormigón con una capa de asfalto en la cubierta, al que hay que dignificar y suavizar con verde. Para muchos de nosotros ese mamotreto es una obra maestra de la arquitectura, de la tecnología y del espíritu humano de todos los tiempos.
En 1926 la casa FIAT creó en el barrio de Lingotto, de Turín, su primera fábrica. Era fábrica, eran oficinas y era ¡circuito de pruebas en la azotea!
El ingeniero Giacomo Mattè-Truco, empleado de la casa en la sección de talleres mecánicos y fundiciones, diseñó un edificio larguísimo con una pista de carreras de mil doscientos metros en la azotea.
Ideológicamente se inspiró en el futurismo y en su arquitecto de cabecera: Antonio Sant'Elia, pero formalmente se fue más hacia Le Corbusier. La limpieza compositiva del edificio, pero sobre todo sus rampas para que los automóviles subieran a la cubierta, le deben mucho al Corbu, quien, cuando conoció la obra, se quedó fascinado y admirado.
Nunca nadie había hecho algo así. Y para la marca fue una publicidad muy fuerte: Un rasgo de eficiencia de una empresa hipermoderna que fabricaba automóviles y los probaba en la azotea. Los ingenieros diseñaban un sistema de transmisión, o de frenos, o de sincronización de cilindros, o lo que fuera, y el prototipo era subido a la cubierta y puesto a gran velocidad para que examinaran qué tal se portaba.
Y además de las pruebas técnicas también hacían carreras de exhibición, y yo siempre he pensado que qué miedo en los peraltes de las curvas. Que yo sepa nunca cayó ningún coche al vacío.
Pero hace ya muchos años que la fábrica no funciona. Da nostalgia ver cómo se quedan obsoletas e inútiles las que fueron grandes innovaciones tecnológicas, aunque repito que en este caso hubo tanto una operación de vanguardia como de publicidad, y si la primera quedó obsoleta con los años, a la segunda aún se lo podría sacar mucho partido.
¿Qué hacemos con la arquitectura cuando ya no tiene que cumplir la función para la que fue creada? En los casos más señeros y representativos podemos museizarla. Ya hablamos de esto, y sabemos que no es lo mismo. Siempre se piensa en un museo; es la excusa perfecta e inútil: Museos para cualquier cosa y para todo. Museo del melón, de la aceituna, de los cántaros de barro. Museos sin mayor interés ni fundamento.
Pero en este caso sí que se podría haber hecho un gran museo de la FIAT: Un ejemplar de cada uno de los modelos que la casa ha fabricado en su historia, expuestos quietos en el edificio y de vez en cuando en movimiento, en una exhibición en la pista de la cubierta. Habría sido bonito. Una gozada para los amantes del automovilismo y para los de la arquitectura.
Pero vamos a lo del principio: Jardín colgante. Verde. La verdad es que la imagen que nos muestra el ABC es de lo más anodina: Apenas unos recuadros de plantas. Tan solo un poco más (¿o ni eso?) que poner unas macetas.
Y todo ello termina para siempre con la limpieza del trazado de la pista y con la de la composición arquitectónica.
¿Vegetación u hormigón? Dicho así, ya digo, todos votaríamos por lo primero. Pero hay que decir que en este caso el hormigón era de primera, era un monumento a la creatividad humana, y la vegetación suena a excusa barata y a solución torpe. Anda que no hay sitios para vegetalizar, y se tienen que cargar el Lingotto de Mattè-Truco. Anda que no hay hectáreas y hectáreas para poner flores, y anda que no hay toneladas y toneladas de hormigón para demoler e incluso para dinamitar, y van y tienen que enmascarar de verde nada menos que la FIAT de Turín. Qué pena. Qué desastre.
Me parece una solución muy torpe y poco meditada. Muy poco inspirada. Muy poco talentosa. Muy verde. La idea, tan triste, es la de tapar con la querida y bondadosa vegetación la malvada y horrible arquitectura.
¿Mármol o rosas? Rosas, claro. Muy bien, pues si tenéis narices se las ponéis al David de Miguel Ángel. A ver qué pasa.