Sé, por sobre todas las cosas, que me entiendes, o al menos, eres de las personas que hacen el mayor esfuerzo en hacerlo. Por eso te escribo mucho
Te quiero confesar que estoy contento, por mi vida, por el mundo que me rodea, por mis días intensos, llenos de sorpresas, por hablar contigo y por mi libertad de ser. Estoy emocionado por la persona que soy, la mujer que eres y todo lo que venga y pudiera venir mientras nos conocemos (esto lo escribo asumiendo tantas cosas que no hemos hablado de cara).
Me está gustando mucho escribirte y hacerte poésía, ¿sabes?
Pero junto a mi felicidad y emoción, tengo miedo… No soy un juguete nuevo: ya abrieron mi envoltura, jugaron conmigo y me desecharon, el ciclo normal, supongo. He vivido cuánta cosa te imaginas, por lo que se supone que una relación es pan comido, algo que no me extraña, cosa simple… Error… ¿Viste Hombres de Negro? Bien; cuando alguien veía un OVNI o un alien, lo que hacían es borrarle los recuerdos e inventarle otros con un flash. Algo así me pasó al salir de las ruinas hacia mi libertad, que al ver la luz de la iluminación, vi cada momento triste y feliz, dulce y amargo, recapitulé todo mientras corría… Y me di cuenta que hacía lo correcto, que hacía algo que me nacía de lo más hondo de mi ser. Cometí suicidio, agarré un bisturí y me abrí el alma para sacarme un enorme y grotesco parásito. Dolió enormemente, tanto que al escribir esto siento que me resbala una lágrima. Pero era ese enorme dolor, sacrificio para esta enorme felicidad, o seguir poniéndome gris de adentro hacia afuera, morir lentamente… Volviendo a lo del flash; fue tal la luz de la verdad sobre mis ojos, que tantas cosas que había aprendido del bien, del mal, del tiempo, del espacio, de conducta, ética, sexualidad, amistad, familia, escuela, literatura, gastrronomía, moda… Simplemente se me borraron. Quitaron sus anclas, sus garfios y dejaron la tierra vacía, para que yo la llenara de lo que yo quisiera.
Y créeme que la he llenado de tantas cosas buenas y bonitas: frutos de los libros y verduras de la escuela; semillas de mi familia y flores de mis amigos; estanques, lagos, ciervos, patos, esculturas, música, una hamaca, mi perro y días soleados… Claro, como el otoño perenne de mi alma, también hay días opacos, días lluviosos, días ventosos y fríos, y también tienen su encanto para mí; como te he dicho, tristeza y soledad son mis más íntimas amigas, y de ellas nadie me separan. Su dolor es el único que siento dulce y me hacen aspirar siempre hacia arriba, a dar lo mejor de mí… Si no es que son ellas mismas, yo.