Dicen que el deber de todo cristiano se resume en estos tres verbos "anuncia, renuncia y denuncia"; es decir, anunciar el Evangelio, renunciar a las obras del pecado y denunciar los pecados del otro. Probablemente quien encarne en su trabajo esto, haya sido el sevillano fray Bartolomé de las Casas.
Bartolomé de las Casas nació en Sevilla, España en 1484; en cuanto a la fecha exacta los historiadores no se han puesto de acuerdo, si en noviembre o en agosto de aquel año. Lo que sí es seguro es que desde joven conoció a los Reyes Católicos y estuvo relacionado con los americanos, aun cuando su primer viaje a América fuera en 1502; pues en 1499 Cristóbal Colón le regaló un esclavo indio a su padre.
Desde su primer viaje, hasta 1506 fue encomendero en las Antillas, más específicamente en la isla La Española, hoy Santo Domingo; pues regresó a Sevilla, fue a Roma y nuevamente a La Española. Viajes en los que transformó su modo de pensar y de vivir, rechazando el trabajo de encomendero, de modo que tomó los hábitos de fraile de la Orden Dominica.
En Cuba renunció formal y publicamente el 15 de agosto de 1514 (Día de la Asunción de la Virgen) a sus encomiendas, para trabajar activamente junto a su orden. Sería hasta ese día en que aceptaría recibir la absolución de sus pecados, pues consideraba que el solo hecho de ser encomendero era vivir en pecado, al ser partícipe del maltrato a los indios.
En sus trabajos de evangelización iba la denuncia hacia las encomiendas, recurriendo por igual a la Teología y al Derecho canónico, como a las Leyes españolas. Es así como escribe su Brevísima relación de la destrucción de Indias, dirigida al Príncipe Felipe (futuro rey Felipe II), para denunciar las injusticias hechas a los nativos americanos. De 1543 a 1545 fue Obispo de Chiapas, en Nueva España; su sede episcopal era Ciudad Real de Chiapas, hoy llamada San Cristóbal de las Casas, en su honor.
Todo el oro, plata, piedras preciosas, perlas, joyas, gemas y todo otro metal u objeto precioso de debajo de la tierra o del agua y de la superficie, y que los españoles tuvieron desde el tiempo en que se descubrió aquel mundo hasta hoy; salvo lo que los indígenas, fue robado injustamente, usurpado y perversamente arrebatado y por consiguiente, los españoles cometieron hurto y robo, que estuvo y está sujeto a restitución.
Brevísima relación de la destrucción de Indias, Bartolomé de las Casas, 1552.
El 20 de noviembre de 1542 su trabajo dio frutos en lo jurídico, pues se promulgaron las Leyes Nuevas o Leyes de Indias, que prohibían la esclavitud de los indígenas, así como la protección de la Corona, para con estos. Murió en Madrid en 1566, como Siervo de Dios, la Iglesia católica inició su proceso de beatificación en 2000.