Hoy os comentaré una "anécdota" que me pasó hace unos días, aunque la verdad es que esta situación puede parecerme un dejavú de esos, porque situaciones muy similares he vivido en innumerables ocasiones, cambiando tal vez escenarios y personas.
Hace unos días, alrededor de la una del mediodía, iba el mexiñol circulando por una de tantas calles de esta inmensa ciudad en el coche, al que, como ya he comentado en otras ocasiones, le suena todo menos el claxon. La cosa es que los frenos ABS entraron en funcionamiento... porque abese frenan y abese no, y en esta ocasión no querían frenar muy bien. Me paré a un lado de la calle y me puse a revisarlo como todo un experto que no tiene ni puta idea. Me percaté que el nivel del líquido de frenos andaba bajo, no entraré en una cátedra de mecánica (pa empezar porque no tengo NPI), pero este líquido no es para lubricar las pastillas del freno, así que cuando no tiene, es porque hay una fuga en algún lado y el coche no frena.
Seguí avanzando con el coche con mucho cuidado, buscando una refaccionaria por los alrededores para comprar un botecico de líquido de frenos y poder rellenar el nivel de mi auto. Encontré una a pocas calles, la refaccionaria era de lo mas cutre que te puedas imaginar, llena de mangueras, correas y demás piezas de repuesto para coches colgadas desde el techo, además de botes de aceite y otros líquidos por el estilo por todos lados (similar a la de la foto, pero mas oscuro porque la puerta estaba pequeña y no tenía escaparates que dejaran pasar la luz); con un mostrador echo unos zorros, en parte por lo viejo y en parte por lo descuidado.
Detrás del mostrador estaba un matrimonio de abueletes, y otra persona mas joven que bien pudiera ser el hijo de los primeros sentados en una mesa con un ordeñador y un montón de papeles. En el escritorio donde estaban sentados, entre el ordeñador y la impresora y encima de los papeles, tenían un plato con tacos. A casi cualquier gachupín que vería esta escena lo primero que pensaría es que a ver porque cojones no se van a comer a su casa, o mínimo a la trastienda para no estar importunando a los clientes con la visión de personas comiendo.
Sin Embargo, eso de estar comiendo en el negocio familiar en México lo vemos como algo relativamente normal, y como era la hora de la comida, al entrar al negocio lo primero que hice fue exclamar en plan de broma un descarado - ¡Veo que llego justo a tiempo para la comida! - Nuevamente, si fuese gachupilandia, las personas que están comiendo se pudieran sentir ofendidas, sin embargo en México no, la respuesta de estas personas fue un simple -¡Por supuesto, sírvase un taco!- Dicho esto con total y absoluta franqueza.
De entrada rechacé el ofrecimiento que me hicieron, les pedí mi bote de líquido para frenos, que diligentemente me entregaron, el precio me pareció un poco alto, 35 pesos, pero la necesidad de no darme un hostiazo era superior, saqué el único billete que había en la cartera, era de 200 pesos; resultó que no tenían cambio, así que el tío mas joven me dijo que iba a ir a la tienda de al lado para conseguirme el cambio, y que por mientras me echara un taco, los abueletes volvieron a insistir en que sí, que me echara un taco, y la verdad es que por la hora que era el ombligo ya estaba casi pegado con la columna vertebral, así que acepté la oferta, y ahí mismo, en el mostrador, me comí un taco de frijolitos (alubias) con huevito, le puse un poco de salsa que tenían a un lado y espolvoreé algo de sal, me supo a gloria.
Esta situación de que llegas a un lugar donde unos perfectos desconocidos están comiendo lo que sea, y que te inviten a "sentarte a la mesa" es algo totalmente natural en México, y por lo general es mas habitual que suceda entre menos tiene la gente. Esos son los mexicanos de verdad, no los que sale en los periódicos liándose a tiros o robando en el metro, el México de verdad es este donde la gente se quita de comer para darte a ti, no importa si ellos visten harapos y tú vas vestido de traje y corbata, compartirán lo que tengan en el plato con total honestidad y desinterés.
Haced la prueba, cuando veas a alguien comiendo en México, dile un simple "porvecho", o exclama un ¡Que buena pinta tiene eso! incluso en alguna ocasión con el simple hecho de quedartele viendo a alguien que esté comiendo, inmediatamismo te invitarán a un taco.
publicado el 01 abril a las 07:14
Toda la razón, así somos los mexicanos. Provecho entonces :)