Dado que Darwin explicaba que el ser humano y los monos estaban vinculados biológicamente en muchos aspectos, llegó a la conclusión de que los seres humanos descendemos de los monos. Naturalemente sus propuestas fueron rechazadas al principio, y hasta fue ridiculizado por la prensa de su tiempo. Pero, en el último tercio del siglo XIX, numerosos estudiosos europeos creyeron en sus teorías y se dieron a la tarea de buscar el "eslabón perdido" entre el hombre y el mono, ¿un hombre-mono?
Esas investigaciones de fines del XIX y principios del XX, llevaron a estos primeros arqueólogos a buscar en colonias como Indonesia, Australia y África, y luego dentro de la misma Europa. En el Viejo Continente se encontraron vestigios de la humanidad primitiva, sobre todo por los hallazgos de las cuevas de Altamira en España y de Lascaux en Francia, donde se encontraron las primeras expresiones artísticas y "escritas" del hombre: las pinturas rupestres.
Aunque en Indonesia se encntraron los primeros restos fósiles que comprobaron la antiquísima sociabilidad de los ancestros hombre, los fósiles homínidos más antiguos y de mayor relevancia arqueológica se dieron en África, particularmente en los actuales países de Tanzania, Kenia, Sudáfrica y Zambia, que por entonces eran colonias europeas.
Sin embargo, la misma comunidad científica era víctima de falsificadores, ya que aun no contaba con la tecnología ni experiencia suficiente para identificar los fósiles. De tal forma que en varias ocasiones, rechazaban las conclusiones y hallazgos de arqueólogos serios, y aceptaban las de los charlatanes. Sería hasta medio siglo XX, que las nuevas tecnologías ayudarían a desengañar a los arqueólogos, y a perfeccionar su trabajo. Aun hoy, esa búsqueda prosigue, pero ya no del "eslabón perdido", sino de aquellos homínidos que nos precedieron biológica y temporalmente.
A grandes rasgos, y según los descubrimientos hechos hasta ahora, el Australopithecus afarensis, quien vivió hace unos 4 millones de años (ma) fue uno de los ancestros de los homínidos que mayor relevancia tiene, ya que su fisionomía era muy parecida a la nuestra y a los ancestros que le sucedieron, y por que fue de los primeros en aventurarse a caminar erguido, y no sólo en cuatro patas, dándole mayor libertad de movimiento para sujetar alimento con las manos, o mayor campo visual al momento de prevenir ataques de depredadores. Esa libertad mayor permitió el surgimiento de especies Homo (del latín hombre), como el Homo habilis, (del lat. hombre hábil), quien vivió en África entre 1.9-1.6 ma y que ya fabricaba utensilios, de ahí su nombre; posteriormente el Homo erectus (lat. hombre erguido) que vivió en África y Asia entre 1.8 ma-250,000 años, y que ya conocía y dominaba el fuego.
Mas tarde, hizo su aparición el Homo neanderthalensis
(hombre de Neandertal) en Europa, probablemente tras la migración de algunos homínidos a ese continente; vivió también en el Cercano Oriente y el Cáucaso entre 230,000-29,000 años, y a diferencia de sus ancestros, era más inteligente y evolucionado, pues ya usaba el fuego y planeaba más elaboradamente sus trampas para cazar, ya tenía un lenguaje precedente a los idiomas actuales. Sin embargo, ni el Neandertal ni sus ancestros cercanos eran realmente humanos, pues a pesar de que vivían en sociedad, fabricaban utensilios y conocían el fuego, les faltaba "humanidad", algo que los semejara intelectualmente al humano moderno.Mientras el Neandertal vivía en la Europa de las Glaciaciones, el último gran homínido hizo su aparición en África hace 195,000 años, era más alto, un poco menos corpulento que el Neandertal, pero más ágil e inteligente, y su arma más poderosa no eran sus garras, sino su cerebro: el Homo sapiens, el hombre moderno. El Homo sapiens apareció en África, pero invadió el resto del mundo hace 100,000 años, primero Europa y luego los demás continentes, siendo América el último. En Europa, se encontró con el Neandertal, con quien convivió y compitió por algunos miles de años, y a quien eliminó y superó, quizá por enfermedades o de forma violenta.