Una vez consolidada la Independencia de México en 1821, quedó para los insurgentes la gran tarea de darle forma a la nueva nación, y así como habían múltiples origenes en el Ejército trigarante, los intereses y opiniones, también eran variados. De esta forma se buscó que el México independiente imitara los sistemas de gobierno de las naciones más sobresalientes: la Monarquía parlamentaria de Gran Bretaña, la Rapública federal de los Estados Unidos y la República centralista de Francia. Desde luego, era fácil copiarlos, pero no ponerlos en práctica, por lo que a lo largo de casi todo el siglo XIX, México se vio inmerso en guerras y golpes de estado de entre aquellos que querían imponer el sistema que consideraban mejor.
En 1822 se instituyó la monarquía, con Agustín Iturbide a la cabeza como emperador de México, aunque este solo duró once meses, y se instituyó la República... primero federal, luego central, luego federal... El Centralismo es un modelo de gobierno en el que las decisiones políticas se toman desde el gobierno central, y fue adoptado por varios países latinoamericanos, donde aun sobrevive en países como Colombia y Perú. Sin embargo, no todos querían el centralismo como parte de la forma de gobierno para México, por lo que varios departamentos como Texas, Yucatán y Coahuila, amenazaban con separarse de México, si no se establecía el federalismo.En este contexto de completa anarquía e inestabilidad política y económica, varios comerciantes franceses, y en especial un pastelero, se quejaron se ser víctimas de diversos saqueos durante los constantes levantamientos y que el gobierno mexicano no quizo reparar, por eso a la Primera intervención francesa en México, también se le ha llamado Guerra de los pasteles.
De esta manera, en 1838 fue bombardeada la ciudad de Veracruz, defendida desde el fuerte de San Juan de Ulúa. En Xalapa se hicieron negociaciones, pero México no cedía ante las reclamaciones francesas. En esos días el presidente Anastasio Bustamante, nombró a Antonio López de Santa Anna como defensor de Veracruz; sería precisamente en una de las batallas en que Santa Anna en que él perdiera una pierna. La actuación de Santa Anna en Veracruz le regresó su prestigio, y como presidente interino continuó las negociaciones con el almirante francés Baudin, ante la intervención del ministro británico Richard Pakenham, con tal que el conflicto no afectara el comercio con Gran Bretaña. Finalmente se firmó la paz el 9 de marzo de 1839 en el cual México se comprometió a pagar las indemnizaciones exigidas, lo que no impidió no impidió que Francia siguiera ejerciendo gran influencia en el desarrollo cultural de México.
A pesar del intenso clima de inestabilidad política, falta de dinero y acoso de países extranjeros, cada bando buscaba hacer de México una nación a la altura de las grandes de Europa. En aquellos tiempos, en Europa había una contracultura que rechazaba el racionalismo neoclásico y abogaba por un arte más humano y sensible. El Romanticismo mexicano, en pintura y literatura, reflejó las angustias de la nueva patria a través de la pintura de temas bíblicos y mitológicos (Pelegrín Clavé, Sagrada familia de Rafael Flores), pero también el lado amable de las clases sencillas (José María Estrada) y acomodadas (Juan Cordero), los bellos paisajes mexicanos y la nostalgia por el pasado. También a raíz de la intervención francesa y desde antes se empezó a dar preferencia a lo francés como sinónimo de status social, pese a que todavía se conservaban muchas formas de vida de la Colonia, y sería en la segunda mitad del siglo que la influencia francesa sería más patente en México, pese a que el país galo fuera el enemigo político y militar.