Revista Cultura y Ocio

Francia en la historia mexicana III

Por Miguelo87
Acerca de las relaciones México-Francia, se ha dicho acerca de la amistad entre ambas naciones, y es cierto, ha habido buenas relaciones, pero durante el siglo XIX, el ambiente era hostil. Y aun así Francia marcó la historia mexicana de la segunda mitad del XIX, y en parte su misma cultura. A mediados del siglo XIX, aFrancia en la historia mexicana IIIsí como Europa vivía una contradicción entre el liberalismo emanado de las ideas de la Revolución francesa, y la tradición conservadora representada políticamente por la Santa Alianza.
Ahora bien, en Francia el presidente Luis Napoleón (sobrino de Napoléon I) pasó de dictador a coronarse como Napoleón III, Emperador de los franceses en 1852, instaurando el Segundo Imperio Francés. Era una monarquía absoluta, que derogó algunas libertades de la Segunda República, pero permitió la bonanza económica en su país, la expansión colonial a África y Asia, y con especial atención a América.
Mientras tanto, en México la Revolución de Ayutla (1852) acabó con la dictadura de Antonio López de Santa Anna y creó una nueva constitución, una constitución liberal, que provocó no pocos enfrentamientos entre liberales y conservadores. La Constitución de 1857 y las leyes liberales, desencadenaron una guerra civil que acabó con el triunfo de los liberales, pero no con los ánimos de los conservadores. De esta manera, México vivía a su modo esa misma contradicción política entre aquellos que abogaban por una República mexicana (liberal, laica, sin privilegios) y quienes abogaban por una Monarquía mexicana (conservadora, confesional, corporacionista).

Francia en la historia mexicana IIIPero no había dinero, y al contrario México tenía muchas deudas, y la infraestructura era pobre y la industria incipiente, pues las constantes guerras descuidaban la economía e infraestructura mexicana. Ante esto el presidente Benito Juárez suspendió el pago de las deudas con Reino Unido, España y Francia. Estos países acordaron presionar a México para exigir el pago de sus deudas e invadieron Veracruz, el presidente mandó emisarios y ordenó que los invasores se establecieran en poblaciones veracruzanas mientras se realizaban las negociaciones. Estas fueron aceptadas por España y Reino Unido, pero no por Francia quien aprovecho el asunto para invadir el país. En este contexto es que se da la famosa Batalla de Puebla, que dió la victoria al ejército mexicano el 5 de mayo de 1862.
A pesar de esto, el Archiduque Maximiliano de Habsburgo, con su esposa Carlota de Bélgica llegaron a Veracruz en mayo de 1864, a quienes un grupo de conservadores mexicanos prometieron la "Corona del Imperio mejicano" por petición de los monarquistas mejicanos; instaurando así el Segundo Imperio Mexicano. A Francia le agradó la idea de la monarquía mexicana y apoyó a los conservadores y a la nueva monarquía enviando un ejército francés a México, con el fin de establecer un gobierno pro-francés frente a los Estados Unidos, que estaban en Guerra civil por entonces.

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Los emperadores fueron coronados en la Catedral de México y eligieron como residencia oficial el Castillo de Chapultepec. Se embelleció a la Ciudad de México, se alineó y arboló las calles con fresnos, y se diseñó el Paseo del Emperador, hoy conocido como Paseo de la Reforma. Se empeñaron en conocer y ganarse a sus gobernados, apoyó las artes mexicanas, fueron partícipes de diversiones tradicionales mexicanas, y se vistieron de chinacos, él con jorongo y sombrero jarano, y con mantilla y rebozo de seda ella. La capital se volvió más sofisticada en sus costumbres, pero los emperadores también favorecieron la vida sencilla. En lo político, el Emperador decepcionó a los conservadores, pues tenía ideas mas bien liberales. En abril de 1865 se promulgó el Estatuto del Imperio; también se trató de solucionar el problema agrario de los pueblos indígenas, se estableció una jornada laboral de 10 horas, la anulación de las deudas mayores de $10, la prohibición de castigos corporales y la limitación de las tiendas de raya. Mientras tanto, el presidente Juárez encabezaba la lucha en contra de la Segunda Intervención francesa, teniendo un gobierno itinerante a través de diversas ciudades mexicanas.

Finalmente el Imperio fue efímero como el de Iturbide, y fue derrotado progresivamente por las fuerzas republicanas. Como los Imperios francés y austríaco sostenían militarmente al Imperio de Maximiliano, ante sus respectivas luchas contra Prusia, Francia y Austria tuvieron que retirar su ayuda al Imperio mexicano, lo que facilitó la victoria militar republicana, así como otros factores internacionales. Finalmente con la victoria republicana en el Sitio de Querétaro, la

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primavera de 1867, se restauró la República y el Imperio de Maximiliano fue fulminado. La emperatriz Carlota fue a Europa a pedir la ayuda de Napoleón III y del papa Pío IX, sin que estos atendieran sus súplicas, y tras la muerte de su esposo, perdió la razón y enloqueció. Maximiliano, así como sus generales mexicanos (el expresidente Miguel Miramón y Tomás Mejía), fueron fusilados en el Cerro de las Campanas, por órdenes de Juárez, ante una comunidad internacional estupefacta por dicha sentencia. Por si fuera poco el pintor francés Eduardo Manet, de corriente impresionista, pintó la Ejecución del Emperador Maximiliano de México.

Pero a pesar de que el Imperio fracasó, la huella de todo esto, quedaría no solo en la historia política nacional, sino que llegaría al ámbito cultural, ya que por aquellos días, la identidad cultural mexicana estaba terminando de definirse a como la conocemos hoy; por ejemplo, apareció la figura del charro mexicano. Los franceses trajeron esos novedosos aparatos para capturara imágenes: la cámara fotográfica, aunque ésta ya había sido inventada desde antes de 1850, en aquellos días aparecieron en México los primeros estudios fotográficos, donde iba a retratarse gente de todos los estratos sociales. Los franceses también enriquecieron la cultura

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mexicana con lo que trajeron por comida, apareciendo en México, el pan francés, nuestro bolillo. Además los soldados del Imperio, provenientes de Francia y Europa central se casaron con jovencitas mexicanas, en medio de fiestas amenizadas con música de banda de guitarra, guitarrón y violín, ellos la llamaban en francés, musique pour le mariage, y ellas lo bautizaron como mariachi.

Después de todo, y aunque la principal potencia del mundo era el Reino Unido, el país que imponía las modas artísticas y estéticas era sin lugar a dudas Francia. Y aunque la aventura francesa en México había terminado, Francia seguiría presente en la historia mexicana durante el resto del siglo XIX y hasta ya empezado el XX, pero ya no por las armas, sino por la ropa, los pinceles, la tinta y los ladrillos.


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