Hombre, un poco de morbo ya tiene es eso de poner el funeral en la categoría de celebraciones, pero también, ya me dirás en que categoría lo puedo ubicar. En fin, el caso es que hace unos meses asistí a un funeral y no quise dejar pasar la ocasión para analizar un poco el asunto y contaros como es esto. Yo nunca fui a un entierro en España, y sólo a un funeral. En México me había tocado ir a varios funerales pero esta fue mi primera vez en un entierro (sin albur, que conozco a alguno), así que tampoco puedo hablar comparativamente. Simplemente relatar los hechos tal cual los viví.
Para empezar, lo mas importante es que alguien se muera, y mientras uno no sea el invitado principal del evento todo está bien. En el caso que nos trae esta vez hablaremos de un funeral por el rito católico, aunque según entiendo de otras religiones, tampoco es que el asunto sea muy diferente.
Para ello, en Monterrey, además de varios cementerios existen diversas opciones en cuanto a paquetes funerarios. Hay gente que compra lo que llaman "paquetes a previsión"; que consiste en que mientras todavía estás vivo, tú mismo compras el ataúd, el terrenito con vistas al mar y todo lo que haga falta para que el día que estires la pata, la parentela se enfoque en llorar (o celebrar) y no tenga que andar preocupándose por estos temas. La ventaja es que así vas pagando el baile en cómodas mensualidades, mas que nada para que vayas programando cuando morirte, yo como es algo que no tengo pensado hacer a corto plazo, no he comprado este servicio todavía.
Como decía, una vez que tienes el muerto, y que el médico ha dado su visto bueno para que lo lleves a enterrar, lo que se hace es llevar al fiambre a la funeraria; supongo que los de la propia funeraria se encargarán de hacerlo, porque tampoco es plan de mandarlo en taxi. Ya en ella, preparan al patidifuso, lo visten, lo ponen en su caja y lo meten en una de las salas de la funeraria. Ahí la gente llegábamos para dar el pésame a los familiares, y echarle una última ojeada al difunto, pudiéndole rezar un padre vuestro, un rosario o cagarse en sus muelas si es que te caía gordo.
El muerto se queda en la funeraria toda la noche por si alguien quiere ir a "velarlo" (no entiendo esa parte, será que si abren el ataúd se vela y no sale en la foto??). A la mañana siguiente, un cura dará una misa en una capilla existente en la propia funeraria, donde habitualmente dicen que el difunto fue lo mejor de lo mejor y mas bueno que Teresa de Calcuta, Juan Pablo dos palitos y Félix Rodríguez de la Fuente juntos.
Una vez terminada la misa, se procede a cerrar la caja del muerto y meterla en una carroza, que no es un señor mayor, sino un coche fúnebre común y corriente. Claro que dependiendo del sablazo, será lo común o corriente del coche que te lleve al cementerio, lo mismo es un mercedes del copón, que un seiscientos tuneado para la ocasión.
El coche sale hacia el cementerio encabezando el cortejo fúnebre, detrás suyo irán en procesión los coches de los familiares y amigos a baja velocidad, con las luces intermitentes de emergencia encendidas. En la ocasión que me tocó ir al funeral, el cortejo dio una vuelta de tres pares de cojones, no se si era porque querían que el muerto de una última vuelta por la ciudad, o porque al ir muy despacio se tienen limitadas las calles por las que se puede pasar sin estorbar al tráfico.
Pasamos por varios semáforos, y eso era como una carrera ciclista, la cabeza del pelotón no esperaba por los demás, así que un par de veces estuvimos a punto de perder la comitiva, y como yo no sabía en que cementerio iban a enterrar a la persona, tampoco era como para presentarme en otro cementerio donde un muerto distinto.
Al final llegamos al cementerio, a donde se puede entrar casi hasta la propia tumba en coche, sólo hay que aparcar de tal forma que dejes espacio en los pasillos por si viene después otra comitiva a enterrar a algún pariente a una tumba que esté mas en la profundidad del cementerio. En la ocasión que yo fui, no los conté, pero así a ojo de buen mexiñol estaban enterrando como a otra media docena de personas.
Ya en el cementerio, sacan al muerto del coche y ponen el ataúd en una especie de bandeja con ruedas, abren nuevamente la tapa y un maestro de ceremonias del propio cementerio suelta una perorata muy emotiva, que a pesar de sus esfuerzos alcancé a detectar que el tío te la dice medio de carrerilla, así que no le interrumpas porque luego no se acuerda donde iba.
Terminado su rollo, el tío ahora va y pide un aplauso para el difunto, esto del aplauso se puso de moda desde que se murió Cantinflas, ya que alguien dijo que a Cantinflas no le hubiera gustado ver a la gente llorando sino sonriendo, pero sobre todo aplaudiéndolo, así que desde entonces a todos los muertos se les aplaude.
El maestro de ceremonias pide a los familiares que si alguno quiere decir unas palabras de despedida lo haga, y en esta ocasión fueron dos personas las que dijeron sus pensamientos en voz alta.
Para terminar, el maestro de ceremonias pide a todos los presentes que pasen por delante del féretro para darle, ahora sí, la última despedida antes de cerrar la caja. Ya cerrada, se baja a la tumba, la cual es un agujero en el suelo completamente forrado de cemento y con espacio para unos tres ataúdes uno encima del otro. Una vez mas, el maestro de ceremonias pide a la gente que arroje una flor sobre el ataúd, flores que previamente fueron repartidas por los ayudantes del maestro.
Finalmente los ayudantes cierran la tumba que, en este caso, consistía en unas losas de cemento que habían retirado previamente, y que fueron selladas con un poco mas de cemento. Al final un par de abrazos mas y cada quien para su casa.
Algo curioso es que mientras los ayudantes bajaban el ataúd, en otro entierro no muy cercano, llegó un mariachi a cantarle al difunto un par de canciones, cosa que por lo visto no debe ser tan extraña, así que algunas alegres notas llegaron hasta donde estábamos nosotros y nadie pareció molestarse. En cuanto a mis huesos y pellejo, el día que ya no los necesite no me importará si lo echan bajo tierra, si los queman y los desperdigan mitad en el cerro la silla y mitad por el gorbea, o si los echan de comer para el coyote del correcaminos. Eso sí, cuando se me ocurra morirme ya os avisaré, si no con antelación a través de este rincón porque me pille de sorpresa, os iré a visitar en persona para informaros un par de días después, no vaya a ser que os quedéis 100 años esperando el siguiente rincomentario.