Revista América Latina

Marujeando a las marujas

Por Mexinol
El efecto maruja yo creo que es algo internacional, existe en todos lados aunque en cada lugar le digan de manera diferente, y México no escapa a esta especie de tribu con sus costumbres típicas. Claro que en México las marujas no reciben el nombre de marujas, sino que se les apoda con el nombre de “comadres”, y a la acción realizada se le denomina comadreo, aunque en algunos círculos le dicen "echar el chal", por el chal que usaban antiguamente las mujeres y que se ponían encima del hombro para hablar de sus cosas.

Este concepto puede confundirse un poco con las comadres de verdad, de las que ya expliqué cuando hablamos de los compadres; aquél en que las madrinas de bautizo de un niño y que a raíz de ese evento su estatus de familiaridad con la madre de la criatura, cambia a comadre. Las otras, de las que vamos a tratar en esta ocasión, son las que se ponen a destrozar al putón verbenero que vive enfrente, a contarse que si la cantante tal se está divorciando porque está embarazada de un novio con el que ya tampoco sale, o a criticar el culebrón de moda, vamos, el marujeo tal y como lo conocemos.

Y claro, como es habitual en México, las comadres en versión maruja también se diferencian por clases sociales, ya que los recursos económicos de unas y otras les permite diferentes actividades; y como yo soy pobre, por solidaridad, voy a empezar con las marujas mexicanas pobres.

El identificar a estas marujas por la calle un día cualquiera entre semana no es difícil, muchas veces van con los rulos puestos a llevar al chiquillo al colegio o a comprar la comida del día. Si el colegio o la carnicería quedan cerca de casa, ni siquiera se preocuparán de vestirse en condiciones, se ponen unas chancletas de plástico, una bata por encima el cuerpo, y así se salen a la calle. Bata que desde mi punto de vista es mas bien un camisón con botones al frente que una bata, pero como por estas tierras el calor es impresionante, se acostumbra a decirles bata. Habitualmente debajo de la bata, aunque no se transparenta, se alcanza a medio distinguir unas bragas ahogapasiones, de esas grandotas que en caso de emergencia te podrían servir como paracaídas o como carpa de circo. También es común que, o no usen sujetador, o usen uno que no sujeta nada, por lo que las domingas bajo la bata dejan una apariencia a calcetín con canica bestial, eliminando cualquier atisbo de lujuria que pudiera surgirle a un hombre.
Las marujas mas jóvenes suelen cuidar un poco mas su apariencia, en lugar de salir en “bata” a la calle, usan una camiseta de algodón 18 tallas mas grande de lo que deberían, con propaganda de algún político que se presentó a las elecciones de 1996, o curiosos mensajes en inglés que seguramente no entienden porque en caso contrario no se pondrían esa camiseta. Estas camisetas son acompañadas por unos pantalones cortos también de algodón que llegan hasta la rodilla, se ajustan en la cintura (o lo que va quedando de cintura) y quedan holgados en el resto del cuerpo desproporcionadamente, pero permiten medio distinguir las mismas bragas gigantes. Eso sí, si es viernes y el sábado tienen un evento importante, los rulos son inevitables.

Estas comadres se ponen de acuerdo para irse al mercadillo rodante en la mañana después de dejar al chiquillo en el colegio, ahí aprovecharán para gastarse las perras en la lotería y luego se quejarán con el marido que cada día las cosas cuestan mas y les alcanza para menos (no dicen que son menos cartones de lotería). Si no hay mercadillo, y con la excusa de vigilar a los críos que andan jugando en la calle, se suelen sentar en la acera a la puerta de sus casas en unas mecedoras, buscando la sombra del árbol o de la casa, bien sea en solitario o en grupo, pero "viboreando" (acción de fijarse hasta en el mas mínimo detalle de alguien o algo) a todo aquel que pase, para contarle en detalle a sus comadres como salió vestida la hija de doña Conchita, si le trajeron una lavadora nueva a Clodomira, o si el marido de Rigoberta llegó como una trompa que no se tenía de pie.

En las clases altas de la sociedad, las marujas cuidan mucho su imagen, esto es debido a que, a medida que los años pasan, el marido puede un día decir que se larga con la secretaria de 24 años y dejarle sin su calidad de vida actual, en la que no tiene que preocuparse en lo absoluto por el dinero. Por ello es común que estas mujeres salgan en la mañana tempranito para llevar a los hijos al cole, de ahí se pasan al gimnasio donde irán a hacer aerobics mientras la mucama le hace las camas y le recoge la ropa sucia. Por ello la indumentaria habitual es unos pantalones de licra totalmente ajustados que dejan poco a la imaginación, una camiseta de marca exclusiva que vale lo que le paga a la mucama en una semana, y una gorra también de algún diseñador exclusivo. Después de los aeróbicos, se pasan a algún café de moda tipo estarbush o algo similar donde habrán quedado con otras comadres. Ahí se darán consejos de belleza, de como ponerle el cuerno al marido con el jardinero, o de que médico practica las mejores operaciones estéticas de levantamiento de teta o estiramiento de papada.

Si ya estas señoras marujas entran a una edad donde a pesar de todas las horas de "ginasio" y quirófano, en la que ni con el botox, el estiramiento de papada, o la decimocuarta operación levantadora de teta caída consiguen arreglar el cuerpo, por que los años son los años y no los engañas ni de coña; de todos modos no se pudieron comparar con los 21 años de la secretaria del marido y este terminó largándose con ella. Así que a pesar de sacarle una buena pasta en el divorcio o separación, a veces no ajusta para todos los caprichos a los que estaba acostumbrada, por lo que lo habitual es juntarse en los cafés con las comadres y venderse entre ellas productos de avón, del tupergüer, artículos de decoración o los zapatos por catálogo mas caros del mercado.
Esta es una parte que no entiendo porque si entre ellas se venden y se compran chorradillas, y le agregas el costo del café, de todos modos al final del mes sales con números rojos.

El día que el marido vuelve a casa porque la secretaria ya lo mandó a tomar por saco, ella se pone ese negliyé sepsi que le compró a la comadre; pero resulta que gracias a los litros de café y todas las galletas que se empaquetaba en las charlas comadriles, le queda como morcilla mal atada y reventada, así que el marido, recordando a la secretaria, se arrepiente y mejor se encierra en el baño con el playboy a reencontrarse con su primera novia (la mano) para aprovechar el viagra que se autorecetó pensando en esa noche de lujuria.

En fin, como podéis ver algunas diferencias hay, pero la actividad central de las marujas, el cotilleo, no puede faltar, lo que hace las diferencias son las excusas utilizadas para estar al tanto de los chismes de moda.

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