Con las abdicaciones de Carlos IV y su hijo Fernando VII en 1808, secundadas por Napoleón Bonaparte, quien impuso a su hermano José Bonaparte, como rey de España, la monarquía española entraba en una profunda crisis, dejando un vacío "existencial" para sus posesiones americanas. Y es que si bien, era una gran oportunidad para los criollos cuyo nacionalismo, les hacía desear la independencia de España, algunos criollos, mas bien pensaban en tener cierta autonomía de la metrópoli.
Aunque obviamente, las noticias de dichas abdicaciones y de la invasión napoleónica a España, llegaron meses después de sucedidos estos acontecimientos, estas noticias causaron gran revuelo en toda la sociedad hispanoamericana, desde Nueva España hasta Río de la Plata y Chile. De tal forma que se formaron juntas o reuniones políticas para resolver el problema de la falta de autoridad, pues si no hay rey ¿y ahora qué?.
Mientras los españoles abogaban que se mantuviera igual la situación, a través del Consejo de Regencia, que convocaría a las Cortes de Cádiz; particularmente esta idea era promovida por los altos funcionarios del gobierno y el clero (todos ellos españoles peninsulares) que apoyaban económicamente a la resistencia en la península, aunque algunos otros apoyaban al gobierno de facto impuesto por los franceses.
Por su parte, los españoles criollos o españoles americanos como se llamaban a sí mismos, creían que lo mejor era formar Juntas de gobierno, pues los Consejos de Regencia solo tenían validez para los españoles que lo habían generado y que su autoridad no se aplicaba a América. Declaraban que ante la ausencia de un rey legítimo, la soberanía recaía nuevamente en los americanos, y por tanto, en ellos estaba definir un nuevo gobierno, más acorde a sus intereses.
También se justificaban en la bula Inter caetera del papa Alejandro VI de 1493, que daba a los Reyes católicos y sus sucesores, las tierras americanas, pero no a los españoles o al Estado español. Esta última consideración también era alentada por el hecho de que, independientemente de los títulos oficiales de Virreinato o Capitanía, como nombre oficial de cada posesión española, también eran conocidos como "Reinos", es decir, Reinos que estaban dentro del Imperio español, por eso los criollos rechazarían el término "Colonias" que les designarían las Cortes de Cádiz.
En el caso del Virreinato de Nueva España, hoy México, el 5 de agosto de 1808, el Ayuntamiento de la Ciudad de México con cierto apoyo del virrey José de Iturrigaray, pretendía tomar las riendas del gobierno virreinal, pero con autonomía de España, y por tanto desconocer al rey impuesto por Napoleón. De aquí destacaron, los criollos Francisco Primo de Verdad y Melchor de Talamantes. Sin embargo, el 15 de septiembre del mismo año, un golpe de estado secundado por los peninsulares opositores políticos y enemigos personales del virrey Iturrigaray, hizo fracasar tal tentativa de autonomía.
En el Virreinato de Río de la Plata, primero la Junta de Montevideo (21 de sep. 1808) y luego la de Chuquisaca (25 de mayo 1809) y la Tuitiva de la Paz (16 jul. 1809). La primera surgió en dicha ciudad, en el actual Uruguay, liderada por el general Francisco Javier de Elío, pero rechazada por el virrey Santiago Liniers desde Buenos Aires, la capital del Virreinato, pero los montevideanos le respondieron: “obedecer pero no cumplir”. Esta fórmula expresa que se reconoce el orden existente pero no se acepta lo que manda Liniers. La de Chuquisaca, en la actual Bolivia, fue una revolución dirigida por Pedro Murillo, que luchó contra el gobernador de la Audiencia de Charcas; y aunque lo destituyó y dio origen a la Junta Tuitiva de la Paz, fue finalmente deshecha en 1810 con la ejecución de los insurgentes.
Mientras tanto, en el Virreinato de Nueva Granada, se organizaron las Juntas de Quito y de Cartagena. La primera, se organizó el 10 de agosto de 1809, al mando de Juan Pío Montúfar en el actual Ecuador; y la segunda el 22 de mayo de 1810 en Cartagena, hoy Colombia, al mando de José María García de Toledo. La Junta de Quito logró al conde Ruíz de Castilla como presidente de la Real Audiencia de Quito, fue liderada solamente por criollos quiteños. Y aunque al principio al principio era autonomista, al pretender independencia, comenzó a disolverse, hasta que la expulsión de los franceses y el retorno del gobierno español, hizo arrestar a los miembros de la Junta, quienes terminaron siendo encarcelados y asesinados el 2 de agosto de 1810. La segunda depuso al gobernador Francisco Montes, y el 11 de noviembre de 1811 declaró la independencia.
En 1810, el 19 de abril la Junta Suprema de Caracas gobernó la Capitanía General de Venezuela, tras obligar al Capitán general a renunciar. Encabezada por José de las Llamozas y Martín Tovar Ponte, la Junta de Caracas procuró la unidad de provincias como Cumaná y Barcelona al movimiento; aunque de igual forma que las demás que solo pretendían autonomía, terminó por disolverse, cuando se convocó a un Congreso constituyente el 2 de marzo de 1811, que buscaba la independencia.
Nuevamente en Río de la Plata, pero en lo que hoy es Argentina, a nombre del Señor don Fernando VII, la Primera Junta tuvo lugar tras la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, luego de la Revolución de Mayo. Su sede fue fijada en Buenos Aires, en el edificio hoy conocido como la Casa Rosada, sede del actual gobierno argentino. Aunque reconocía a Fernando VII como rey tenía principios mas bien independentistas, como el de la soberanía popular y la divísión de poderes. Fue dirigida por Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano y Mario Moreno,hasta la constitución de la Junta Grande, que declararía la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Mientras que en la Capitanía General de Chile, ante la ausencia del rey español legítimo, el cabilgo abierto de Santiago, resolvió formar la Primera Junta Nacional, que a través del acta que lo constituyó, definía que estaba dispuesta a "defender al reino hasta con la última gota de su sangre, conservarlo al señor don Fernando Séptimo".
Sin embargo, estas Juntas de gobierno no tenían concretas intenciones de independencia, mas bien de autonomía. Algunas fueron breves y otras más duraderas, pero de igual forma, promovieron lo que después serían las Independencias latinoamericanas. Está por demás decir, que a pesar de que al estar dichas Juntas, en contra de los intereses de los españoles peninsulares, que por vez primera, fueron desplazados del gobierno, cuando los criollos decidieron tomar el mando de sus respectivas naciones; fueron las medidas tomadas por estos últimos las que terminaron por dar herida de muerte a cada virreinato, y alentando más los aires de independencia.