“Te caerás ‘n’ veces, pero te levantarás una más (+1),
lo que te ayudará a transformarte positivamente”.
(Pilar Jericó)
Lo he dicho en más de una ocasión: me gusta observar a la gente. Tengo la creencia de que si lo hiciéramos con un extra de visión periférica, caeríamos del guindo de una forma tan estrepitosa que nos dejaría valorar a la legión de héroes y heroínas que tenemos muy cerca.
Estamos en una época de crisis. Y la hemos creado nosotros mismos. Formamos parte de un sistema meticuloso a la hora de evitar el desarrollo de nuestra creatividad y muy torpe para enseñarnos a fluir con coherencia. Nos dejamos llevar tan fácilmente por el vaivén de la cuerda floja, que cuando ésta se rompe y descubrimos con terror que no existe una red debajo, el pánico nos succiona el ombligo… y se va calando, poco a poco, hasta petrificar nuestro potencial.
Y (¡ay, señor!) sin potencial ya somos carne de cañón para los que se creen con derecho a mover los hilos de nuestras decisiones y nos llevan sibilinamente frente a un muro donde podamos golpearnos machaconamente cada vez que queramos dar un paso.
Hace ya un tiempo que leo y releo el legado que dejó Carl G. Jung. Para él, el HÉROE es un arquetipo universal, que pulula por ahí, en lo más profundo de nuestra psique y nuestra alma, dispuesto a que lo saques a relucir con tus andares. Por tanto, nosotros mismos y la idea parcial de lo que creemos que somos generamos un retroceso o una involución de nuestras capacidades.
Volvemos a lo mismo. Estamos en una época de crisis. Desgraciadamente, tenemos la mala costumbre de aliar este sustantivo con sentimientos negativos de angustia, pesadumbre, depresión y hasta ira. Pero te contaré un secreto: debido a nuestra simpleza de mirarlo todo desde la dualidad (blanco-negro, bonito-feo) encontramos la respuesta. Sólo embebido en ese agujero mustio y denso puedes mirar hacia arriba y detectar la luz que se cuela desde algún resquicio. Sólo desde la más absoluta oscuridad uno puede apreciar la grandeza de lo luminoso. Y gracias a esto, podemos empezar a colocar algún tipo de puente de luz hasta ese otro lugar donde nos sentiremos más seguros y más cálidos.
Los HÉROES y HEROÍNAS a las que observo tienen también días malos. Las nubes de algodón no les alcanzan tan a menudo como quisieran y tienen que codearse con las envidias y las palabras hirientes de terceros. Algunos son grandes gurús; otros regentan empresas; algunos plasman sus ideas y les dan forma en libros que podrán (o no) llegar a ser best sellers. Sin embargo, la mayoría viven en apartamentos de ciudades con sus familias, sus trabajos y sus amigos. Son como tú y como yo. Pero tienen algo que les envuelve: una especie de halo alcalino que les pone las pilas del éxito a punto cada mañana. ¿Quieres saber cómo distinguir a estos héroes? ¿Cómo convertirte en uno? Bien, lee despacio, porque estos son sus puntos en común:
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PASOS PARA CONVERTIRSE EN HÉROE:
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1) Para ellos el camino está lleno de sorpresas, de OPORTUNIDADES.
2) No niegan el miedo, sino que lo hacen su aliado para traspasar la frontera. Así es como lo vencen: pasando sobre él.
3) Cuando se adentran en el miedo y lo sobrepasan, viven un momento de incertidumbre.
4) Una vez establecidos en esa incertidumbre con comodidad (en serio, esto es posible), inician el cambio: buscan personas, amigos y proyectos que les animen, inspiren y apoyen. Desde esa fuerza, dan el primer paso.
5) Se marcan ideas, metas y sueños. Trazan un plan de “ataque”. Establecen tiempos de superación realistas. Van a por ellos.
6) Adquieren nuevos hábitos y conocimientos. Si necesitan herramientas nuevas, las buscan, las trabajan y las hacen suyas.
7) De este modo, finaliza su etapa de crisis, sus miedos quedan derrotados por la autoconfianza y el apoyo a sí mismos, salen de su zona de confort y vuelven de nuevo a establecerse en su modus operandi cotidiano, pero ya con más experiencia. Y, sin duda, más felices.
Lo bonito, lo realmente bello, es que aprendas a convivir con las pruebas de vida: despidos, rupturas de pareja, pérdidas de seres queridos, fracasos, nuevos destinos y retos, desapegos… Ese es el superpoder: supervivir. Porque la vida puede ser súper sin capas ni espadas, sólo con la actitud de sonreírle con dulzura a aquello o aquellos que vibren con desgana.
La fórmula siempre seguirá siendo la misma: n+1. Y tú tienes todas las respuestas en lo más profundo de tu corazón. Aprende a escucharlo.
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