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Vivimos días obscuros en Chile y en el resto de los protectorados económicos de Estados Unidos. Hay crisis de carácter ambiental, social, económico y humanitario. Para más remate, la policía ataca a quienes desafían el estancamiento mental que nos acecha. Obvio: de la policía no se puede esperar más, solo defienden como perros el hueso que les lanza papá-Estado. Lo que sí es intolerable, es la ignorancia de quienes defienden sin ninguna vergüenza el accionar criminal de la policía militar contra quienes de manera legítima marchan, cantan y luchan por un mejor país para todos. Esa gente, succionada por el consumismo, el arribismo y la simple estupidez, en plena era de la información alternativa y verídica, no es solo ignorante a causa de un sistema diseñado para generar tales tipos de personas; también lo es por decisión, lo es por causa de una ceguera intelectual autoimpuesta y, también, por el miedo que siente hacia el prójimo que sí sale a la calle a clamar justicia social, que lucha por el derecho de vivir en paz.
Por consiguiente, es importante generar instancias de discusión con nuestros pares, puesto que, en nuestra condición de seres sociales, el día que dejemos de generar diálogo y refutar ideas, ese mismo día la humanidad fenecerá. Lo peor de todo es que no estamos lejos de que eso suceda, pues cada vez nos comunicamos menos, pensamos menos, reflexionamos menos sobre nuestra sociedad. Debemos regresar a los años de participación colectiva donde cada ciudadano conocía el deber que tenía para con su comunidad. No se trata solo de derechos, también de la responsabilidad de comprometernos con nuestros pares y saber que todo lo que uno haga afectará positiva o negativamente a nuestros pares. Tenemos que alcanzar un estado de conciencia colectiva que se traduzca en la lucha cooperativa, donde no miremos con desdén a nadie. Avancemos por nuevo camino: la era de la izquierda y derecha ya pasó. La era de los buenos y malos debe terminar. Dejemos que aquellos de pereza intelectual y espiritual se atrincheren en sus rincones, nosotros hagámonos dueños de todo el terreno y comprobemos el poder que tenemos en conjunto y lo débiles que somos cuando nos dividimos.
¡Avancemos en bloque!
Revista Pluma Roja