La vida es un sitio muy curioso. Tú llegas sin que nadie te avise, entre quejas y bastante atontamiento en general. Luego se te pasa, aunque en la adolescencia suele volver a hacer su aparición, las quejas y el atontamiento digo. Aunque luego se te pasa, no del todo pero sí bastante, ya así puedes empezar a ser tú mismo y a que los puentes se vayan cruzando según se llega a ellos.
Y así de pronto, aunque me lo fueron contando a lo largo de varias semanas, me invitaron a un congreso de “Nueva Literatura Vallisoletana”. ¿Qué hacía yo allí? No lo tenía muy claro, ahora tampoco y dudo que lo sepa en un plazo breve, pero la cuestión es que allí estaba y conocí a gente increíble.
Autores de novelas, narrativa de ciencia ficción, poesía de amor y sombras, editores y algún reconocido nombre que pasó por allí a saludar. Fotos, charlas, reflexiones (algunas sesudas, otras ciertas y varias de esas que todos hacemos para parecer más guays de lo que somos) y finalmente la promesa de volver a vernos en un plazo breve de tiempo.
Fotografías de Chusmi 10 (I Congreso de Nueva Literatura Vallisoletana).
La vida es un sitio muy curioso, que tiene un extraño plan y una causalidad constante. Nada sucede sin querer, o al menos así lo entiendo yo. Todo lo que pasa tiene un porqué y un motivo, a veces más evidente y otras mucho menos. Supongo que estaba allí para que fuéramos catorce. Un número que en ocasiones se asocia con la justicia, pero también con la fusión, y nadie puede negar que existió una fusión en toda regla entre los juntaletras que nos encontramos en ese congreso.
No hay otra explicación por la que gente que no se conocía de nada, algunos sí pero en pequeño grupo, se reuniera una semana y un día después de ese evento. Lo que se dijo no cayó en saco roto, realmente nos habíamos vuelto a juntar y con ideas claras, con propuestas e intenciones de que lo que había empezado, esa chispa que sin querer había prendido se convirtiera en todo un incendio.
Fue en “El Cafetín” (o “El Largo Adiós”, según gustos), un lugar totalmente adecuado, con paredes llenas de historia, fotos de las que podrían hacerse microrrelatos y un habitual de parroquianos que ya querría Cela en sus novelas. Allí, al calor de cafés y tés (el mío en concreto, que la vena british se hace cada vez más patente), nos pusimos al día y a pensar qué hacer. Pero no tardamos mucho en darnos cuenta que, sin querer y sin haberlo pretendido, ya habíamos hecho algo, nos habíamos convertido en un grupo, en un colectivo de amantes de la literatura, de las letras y del amor a ellas (con esta referencia me meto en el cine, y me refiero, claro, a “Amor y Letras” de Josh Radnor).
“Los Perros del coloquio”. Así nos podéis llamar a este catorce delincuentes, canallas, inquietos, desconocidos, seductores, ciudadanos y gente que lleva siempre encima dos cosas: una libreta y un bolígrafo.
Guao guao.
Doc Pastor
Periodista/Fotógrafo. Cine, cómic y lo que toque. Fundador de Ruta 42 / La Encuadre. Coleo por más sitios. Mi perrito se llama Loki. Mis opiniones son mías. Valladolid - Madrid - Narnia ·
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