Revista Salud y Bienestar

Nacer en un pesebre

Por Pedsocial @Pedsocial

Nacer en un pesebreLa alegoria de la Navidad cristiana pone énfasis en el nacimiento en un lugar muy humilde. Nada menos que en un pesebre, en un establo de animales, que justifique un origen con el que hasta los más pobres puedan identificarse.

Dos mil años después todavía un considerable número de los que llegan al mundo lo hacen en situaciones de similar precariedad, con todos los riesgos que comporta. La mortalidad perinatal se ha reducido extraordinariamente desde que los partos tienen lugar en situaciones de seguridad clínica, como son los hospitales y centros de salud en todo el mundo.

Resultan algo ridículo las propuestas de retornar a unos supuestos partos naturales fuera del medio hospitalario, en aras de evitar una medicalización cuando ésta, por ahora, es la que ofrece mayores garantías para la madre y, por supuesto, para el recién nacido. La excepciones de algunos países europeos que faciltan los partos domiciliarios se asientan en una red de recursos sociosanitarios que muchos otros paises no pueden ni soñar permitirse.

Claro que hay espacio para añadir confort y participación social en el parto normal y en ese sentido, los servicios de obstetricia de los hospitales modernos van introduciendo medidas que lo faciliten.

Desde aquí y en defensa de los derechos de los niños, queremos recordar que a cada uno de los recien nacidos le asiste el derecho a llegar al mundo en las mejores y más seguras condiciones: higiénicas, tocúrgicas y, también, sociales. Hoy por hoy eso es más fácil de conseguir en un centro hospitalario que en un pesebre… o cualquiera otra alternativa menos campestre.

Como mencionaba un experto en enfermedades infeciosas, el verdadero milagro de Belén no es tanto que naciese un hijo de Dios, sino que no muriese de tétanos neonatal a los pocos días.

X. Allué (Editor)


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