Fotografía: Víctor Moreno/Noches del Botánico
El concierto de Zucchero habría sido un gran broche para mi particular sexta edición del festival Noches del Botánico en Madrid. Sin embargo, algo me empujó a repetir en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense el 29 de julio y escribir estas líneas. El mismo "algo" que me animó a acudir al Price aquella tarde de junio de 2009 y redactar aquella "crónica" [Nacho Vegas es muy bueno y para dar fe no hace falta ser notario]. Una de mis primeras tentativas cronísticas dedicada a Nacho Vegas, un artista cuya música descubrí siendo estudiante en la Facultad de Ciencias de la Información, a unos metros del escenario principal de Noches del Botánico. Por ello para mí tampoco era un concierto cualquiera. Con "para mí tampoco" me refiero a que el concierto de por sí era especial para todos los asistentes, pues el asturiano presentaba su último disco Mundos inmóviles derrumbándose en la capital.
El recinto no se llenó, pero al menos así pudimos estar a nuestras anchas en las gradas. Casi puntual apareció Nacho sobre un escenario donde ya aguardaban cinco músicos que también grabaron Mundos inmóviles derrumbándose: Joseba Irazoki (guitarra) y Manu Molina (batería), su vieja guardia —especialmente el segundo de ellos, 20 años acompañando a Nacho— y Hans Laguna (bajo), Juliane Heinemann (guitarra y voces) y Ferrán Resines (teclados), las últimas incorporaciones. Sobre sus cabezas, unas esferas de grandes dimensiones que se iluminaban y que —imaginamos— harían las veces de los "mundos" del disco. Lejos de derrumbarse, el público empezó a venirse arriba cuando reconoció Detener el tiempo y Hablando de Marlén entre las primeras canciones de la velada; bonita forma de recordar El manifiesto desastre (2008) y Esto no es una salida (2005) respectivamente. Aunque más recientes, de Ciudad Vampira y Lo que comen las brujas también se podía esperar una respuesta positiva por parte del personal.
Ahora bien, la incógnita era cómo encajarían las canciones de Mundos inmóviles derrumbándose. Duda resuelta al son de Ramón In; parece mentira que el disco haya sido publicado este mismo año y no en 2011 como Cómo hacer crac, cuya canción titular levantó literalmente del asiento a más de dos. Personalmente también encontré sorprendente el hecho de ver a Nacho en plan 'crooner', moviéndose sobre el escenario —sin volverse loco, claro— y defendiendo sus letras sin llevarse las manos a la guitarra. Y si Ramón In fue recibida con honores, ¿qué contar sobre El mundo en torno a ti? En unos cuantos años, si se mantiene en el repertorio en directo, una de nuestras favoritas: "Usted a callar y a Nina Simone me la pone en un altar. No es tan solo un don, son más de un millón y el capitalismo ha entrado en fase de implosión".
"Muchas gracias, quiero pesentaros a parte de la tribu", al filo de las 23:00 Nacho presentó a sus cinco músicos y a la "representación" del Coro Antifascista que nos hizo disfrutar durante gran parte del concierto. Además, el asturiano se refirió a Laura Sam y Juan Escribano, los teloneros aquella tarde. "Me olvido a mucha gente, pero a vosotras muchas gracias por venir al concierto", y tras dedicarnos esas palabras llegó la hora de La gran broma final. A propósito de "palabras", de las mayores fue su interpretación de La pena o la nada, uno de los temas de aquel disco El tiempo de las cerezas que grabó con Bunbury: "y te vi llorar un río a cada lado de tu rostro sin desmaquillar, como la propia Katie Jurado, con las nubes negras detrás, te vi llorar y qué podía hacer sino huir y así poder ponerme yo a llorar también". Qué manera de corear y celebrar la gente bajo la luz de los focos que iluminaban la pista mientras Nacho bajaba del escenenario para acabar la canción entre sus seguidores.
Con La pena o la nada terminó el concierto, con permiso de un par de bises, por supuesto: El Ángel Simón y El hombre que casi conoció a Michi Panero. "Dejadme preguntar: ¿es esto el final? Y si es así, decid: ¿me vais a extrañar? Ah, veo que asentís pero yo sé que no", eso cantaba Nacho Vegas minutos antes de la medianoche, el mismo Nacho Vegas que recientemente, en una entrevista, recordó que nunca quiso cantar, pero no encontro a nadie que lo hiciera por él. Ojalá siga sin encontrar a esa persona porque sus seguidores van a extrañarle hasta el próximo concierto, incluida la individua que no dejó de gritar cosas como "Nachete, me mola tu culete". La vergüenza ajena, como las bicicletas y Noches del Botánico, para el verano.
Fotografías: Víctor Moreno/Noches del Botánico
Texto: Alberto C. Molina
Fotografía: Víctor Moreno/Noches del Botánico