Nací en la ciudad del 9 de abril, y puedo afirmarlo con tanta vehemencia porque desde el mismo instante de mi alumbramiento estuve signado por esta fecha, aún cuando la fecha de mi nacimiento fue en el mes de diciembre. Nací en el Hospital “Mártires del 9 de abril” fundado en ese histórico día de 1968. Mis primeros años de estudio fueron precisamente en la escuela primaria “9 de abril” y fue allí donde comencé a conocer por qué en cada rincón de mi ciudad estaba tan impregnada esa fecha. Aún llegan a mi memoria aquellos días de tributo a los mártires de la gesta, cuando recorríamos la Calzada de Backer, detallando cada uno de los obeliscos que perpetúan su legado, diseminados por esa avenida sagüera. Y me satisface ver como la tradición no se ha perdido, pues aún los pioneros de esa, mi primera escuela, van en cada abril hasta los mismos monumentos. Durante toda mi infancia conocí de los mártires por sus propios nietos, hijos y familiares que en muchos casos fueron vecinos, compañeros de estudios y hasta educadores.
Llegó el momento de comenzar a laborar y por azares del destino lo hice en otro de esos centros fundado en saludo a la histórica efeméride, la cual ha permanecido latente en cada acción emprendida por los habitantes de la Villa del Undoso desde el mismo 1959. En Radio Sagua me formé como profesional y como ser humano. Es allí donde la historia prende en mí y tomo como punto de partida justamente la Huelga del 9 de abril, como si en el devenir de esta ciudad ese día marcara un antes y un después inevitable. Conozco entonces a Huet, a Finalet, a Chávez, a Garrido, a Dulzaidez, a Pentón; y no resulta un delirio que me haga imaginarme en su época, sino que los conocí por familiares y amigos que guardaron celosamente en su memoria el recuerdo de cómo eran, lo que les gustaba hacer y por qué se lanzaron a la Huelga aquel 9 de abril de 1958.
¿Por qué se lanzaron a la Huelga aquel 9 de abril de 1958? Las razones las encuentro en los centros de estudio, de salud y deportivos que llevan los nombres de aquellos jóvenes caídos. Las encuentro cuando escribo cada día para la Radio y la Televisión de esta comunidad y percibo, sin chovinismo alguno, como la gente se siente orgullosa de haber nacido en la ciudad del 9 de abril, de que aquellos hechos, verdaderamente heroicos, protagonizados por un puñado de jóvenes contra un régimen establecido, ocurrieran exactamente aquí. Incluso, encuentro las razones en los propios sagüeros que hoy viven fuera de Cuba, cuando interactúan conmigo en el blog Sagua Viva o sus sitios en las redes sociales y aunque son capaces de lanzar ofensivas verbales contra aquello que no está o contra el vetusto edificio colonial lacerado por el tiempo y por los hombres, son ellos mismos los que dicen con orgullo para el mundo, que son hijos de la ciudad del 9 de abril. Respetan y dignifican a los mártires de nuestra tierra porque ni la historia ni los hombres ignoran lo que representó para toda Cuba el sacrificio de un pequeño grupo de sagüeros.
Cada 9 de abril reafirma para el habitante de esta tierra el significado de Patria chica, cuando miles de personas llenan casi toda la calle Martí para recordar la epopeya y saben que ese día, Cuba entera tenía los ojos en Sagua. Es algo que aprendí desde niño y es algo que todo aquel que haya nacido y crecido en Sagua la Grande lleva inevitablemente en la sangre.
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