“Lo de menos es el dinero” –escribe Nicolás de Cárdenas en este interesante artículo – “Lo grave es que haya padres que pidan indemnizaciones por el
nacimiento de sus hijos por no ser esperados, o por entender que vienen
con taras, como si se tratara de cualquier producto de consumo”. Estaríamos hablando de unos 135 millones de euros, solo en Gran Bretaña, para compensar las reclamaciones de estos nacimientos erróneos.
No es extraño encontrarse con médicos desaprensivos que, para curarse en salud, aconsejan directamente el aborto, ante la más mínima sospecha de una posible tara genética. Es la eugenesia de nuestro tiempo.