Revista Opinión

Nacionalismo andaluz

Publicado el 16 marzo 2015 por Cronicasbarbaras

El nacionalismo está latente en Andalucía. El Partido Andalucista es ya un fantasma, pero tiene relevo. 

La presidenta Susana Díaz se envuelve en la bandera regional, apela a la patria con ardor y gritos de vendedora de mercadillo, y le exige a Pedro Sánchez que no interfiera sus proyectos postelectorales: el PSOE andaluz quiere ser otro PSC. 

Junto a este nuevo socialnacionalismo, el PP se vuelve también nacionalista: al delegado del Gobierno, Antonio Sanz, le disgusta que Ciudadanos compita en las elecciones autonómicas del próximo fin de semana y dice que Andalucía “no quiere ser gobernada” desde Cataluña “por un partido que se llama Ciutadans y su presidente, Albert”. 

Sorprendente: el candidato popular, Juanma Moreno, nació en Barcelona, y un andaluz, José Montilla, presidió la Generalidad catalana entre 2006 y 2010. 

Observamos con gran atención las maniobras del nacionalismo catalán para hacerse sitio como país independiente con su Diplocat, llamémosle Diplofarra, empalagosa e incompetente diplomacia butifarrera. 

Pero analizamos menos la que podríamos llamar Diplostino, la diplomacia andaluza del langostino, marisco que sirven en las 16 “embajadas” que tiene la Junta mundo adelante y que Susana Díez promete duplicar: decenas de millones de gasto denunciado por UPyD. 

Hace un año entró en vigor la Ley 2/2014, de la Acción y Servicio Exterior del Estado frente a la cual han actuado con sus embajadas, sin obedecerla, la Generalidad catalana, y desobedeciéndola parcialmente, la Junta. 

Aunque aparentemente menos ideologizadas por el nacionalismo, las embajadas andaluzas quieren mostrar diferencias con el resto del país, a pesar de que gran parte de las ideas sobre España que perduran en el exterior nacen de sus tópicos y folclore. 

Atentos al contagio contemporáneo de las ambiciones andalusíes: en 1918 Blas Infante y otros nacionalistas habían pedido el ingreso de Andalucía en la Sociedad de las Naciones. 

Infante, inmerecido héroe regional, se decía morisco, se había convertido al islam y soñaba con ese imperio andalusí que acoge al Magreb, y reclaman personajes como Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda, y el sindicalista del campo, Diego Cañamero, ambos cerca de Podemos.

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SALAS

Tira Salas 5030


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