Revista Cultura y Ocio

Nada - Carmen Laforet

Publicado el 31 mayo 2017 por Elpajaroverde
""Si aquella noche -pensaba yo- se hubiera acabado el mundo o se hubiera muerto uno de ellos, su historia hubiera quedado completamente cerrada y bella como un círculo"... Así suele suceder en las novelas, en las películas, pero no en la vida... Me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo. De que no hay final en nuestra historia hasta que llega la muerte y el cuerpo se deshace..."
Todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo. Me estoy dando cuenta yo, que el verdadero círculo es el de la vida, por infinito, y no aquel otro perfecto de las películas y novelas. Andrea se dará cuenta de ello, con la arrebatadora lucidez que solo producen las primeras veces, cuando sus ilusiones queden aplastadas bajo la desoladora realidad, cuando se desvanezcan en la viscosa atmósfera que nubla su soñado prometedor futuro.
Nada - Carmen LaforetSus ilusiones son dejar la vida en el pueblo atrás; su prometedor futuro, abrirse al nuevo mundo que le ofrece la ciudad de Barcelona. Apenas recuerda nada de esa ciudad que pisara por última vez en la infancia. Escasos son también sus recuerdos de la casa de la abuela. Vuelve ahora para iniciar sus estudios universitarios. Su llegada a medianoche a la casa familiar de la calle Aribau es, en cierto modo, profética de la vida que allí la aguarda. El "¿tienes miedo?" que su tía política Gloria le susurra al oído se confabula con la cama que le recuerda a una tumba en la que ha de dormir esa noche y con el cuadro de personajes que la reciben cuyas figuras, bajo la tenue luz de la hora tardía, se le antojan siniestras.
Ese elenco de personajes está compuesto por la abuela, un ser dulce y etéreo que "entiende todas las locuras y las perdona"; la tía Angustias, una mujer de voluntad férrea apegada a los convencionalismos que vela por las buenas costumbres y el buen nombre de la familia y que para Andrea representará "aquella mano que me apretaba los movimientos y la curiosidad de la vida nueva"; el tío Juan, un ser violento en cuyos ojos asoma por momentos una inadvertida ternura; Gloria, la mujer de Juan, una insólita mezcla de inocencia y osadía; el tío Román, fascinante, enigmático, cruel, mezquino; y la criada Antonia, que solo quiere a Román y al perro, que impone su presencia al resto y que pareciera mover en las sombras los hilos de la casa de la calle Aribau.
La casa se dividió en dos tras la muerte del abuelo y todos los muebles y utensilios que la ocuparan en su totalidad invaden ahora, en un grotesco caos, la media casa en la que vive la familia de Andrea. Es una casa mutilada cuyas cosas "están asfixiadas, doloridas, cargadas de tristeza", como mutilados también, pero emocionalmente, están sus habitantes que, tras una cruenta guerra civil, han de acomodar la mezcla de vísceras y metralla en los cuerpos que albergan sus seres partidos. 
"Algunas veces creo que te pareces a mí, que me entiendes, que entiendes mi música, la música de esta casa... La primera vez que toqué el violín para ti, yo estaba temblando por dentro de esperanza, de una alegría tan terrible cuando tus ojos cambiaban con la música... Pensaba, pequeña, que tú me ibas a entender hasta sin palabras; que tú eras mi auditorio, el auditorio que me hacía falta... Y tú no te has dado cuenta siquiera de que yo tengo que saber -de que de hecho sé- todo, absolutamente todo, lo que pasa abajo. Todo lo que siente Gloria, todas las ridículas historias de Angustias, todo lo que sufre Juan... ¿Tú no te has dado cuenta de que yo los manejo a todos, de que dispongo de sus vidas, de que dispongo de sus nervios, de sus pensamientos...? ¡Si yo te pudiera explicar que a veces estoy a punto de volver loco a Juan!... Pero ¿tú misma no lo has visto? Tiro de su comprensión, de su cerebro, hasta que casi se rompe... A veces, cuando grita con los ojos abiertos, me llega a emocionar. ¡Si tú sintieras alguna vez esta emoción tan espesa, tan extraña, secándote la lengua, me entenderías! Pienso que con una palabra lo podría calmar, apaciguar, hacerle mío, hacerle sonreír... Tú eso lo sabes, ¿no? Tú sabes muy bien hasta qué punto Juan me pertenece, hasta qué punto se arrastra tras de mí, hasta qué punto le maltrato. No me digas que no te has dado cuenta... Y no quiero hacerle feliz. Y le dejo, así, que se hunda solo... Y a los demás... Y a toda la vida de la casa, sucia como un río revuelto... Cuando vivas más tiempo aquí, esta casa y su olor, y sus cosas viejas, si eres como yo, te agarrarán a la vida. Y tú eres como yo... ¿No eres como yo? Di, ¿no te pareces a mí algo?"
En ese ambiente de opresión y de relaciones malsanas se mueve Andrea, ofreciendo la pasividad como toda muestra de resistencia. Cuando Angustias por fin afloja su mano sobre ella se refugiará en los encantos que le ofrece la Barcelona de posguerra. Sus nuevas amistades en la universidad serán también un soplo de aire fresco para ella, especialmente Ena, una chica peculiar que es como un imán. Sin embargo, esta relación más que alejarla de la atmósfera imperante en su casa la devolverá a ella, pues pronto Andrea aprenderá "que siempre se mueve uno en el mismo círculo de personas por más vueltas que parezca dar."

Nada - Carmen Laforet

Violin. Fotografía de Jason Hollinger 


"Me gustan las gentes que ven la vida con ojos distintos que los demás, que consideran las cosas de otro modo que la mayoría...
[...]
Me gusta la gente con ese átomo de locura que hace que la existencia no sea monótona, aunque sean personas desgraciadas y estén siempre en las nubes, como tú..."
Son éstas palabras que Ena le dedica a Andrea. Y sí, a mí también me gusta esa gente, lo que hace que también me guste Andrea, lo que hace a su vez (al tratarse ésta de una novela con notas autobiográficas) que me guste Carmen Laforet. Sólo alguien así como describe Ena puede escribir tan bonito como lo hacía esta mujer.
Qué imágenes tan poéticas a veces, otras tan poderosas, abre Laforet con sus palabras en nuestras mentes. La Barcelona nocturna es una ciudad encantada de cuento; la diurna, anuncia ya el cosmopolitismo incluso en aquellos años. Sus personajes son un maremágnum de emociones en los que bucea lo justo para no perecer. Las suyas propias, personalizadas en su inolvidable protagonista, se pegan a la piel. Describe la soledad como un llanto que lava el alma y su escritura es en parte un poco así, como lluvia clara que limpia cuanto de fangoso encuentra su mirada. Carmen Laforet crea desde los escombros de la destrucción, por eso su Nada está llena de TODO.
El todo son esas primeras veces de esa chiquilla que empieza a vivir; niña huérfana que alza su vuelo sin tener quien la sostenga. Es esa mujer que empieza a conocerse y a comprender cómo funciona el mundo. Son también los rugidos silenciosos de una ciudad (y por ende un país) de locos. 
"Estaba tan nerviosa que a cada momento sentía humedecerse mis ojos, ya en la calle. El cielo aparecía nublado con unas calientes nubes opresivas. Las palabras de los otros, palabras viejas, empezaron a perseguirme y a danzar en mis oídos. La voz de Ena: "Tú comes demasiado poco, Andrea, y estás histérica...". "Estás histérica, estás histérica...". "¿Por qué lloras si no estás histérica...?. ". "¿Qué motivos tienes tú para llorar?...". Vi que la gente me miraba con cierto asombro y me mordí los labios de rabia, al darme cuenta... "Ya hago gestos nerviosos como Juan"... "Ya me vuelvo loca yo también"... "Hay quien se ha vuelto loco de hambre"..."
Hay quien se ha vuelto loco de hambre... Hay tantos, tantos... Y Andrea amenaza con volverse loca de hambre, a ratos de hambre de alimentos, a ratos de hambre de vida.
Con esta novela una jovencísima Carmen Laforet obtuvo el primer Premio Nadal en 1944. Debió de ser una novela rompedora para la época y, la de su autora, una voz nueva, fresca, diferente y llena de matices. Son esa frescura y luminosidad las que hacen que se disfrute en cada lectura, y esa riqueza en matices la que consigue que crezca con cada relectura. Nada, más de setenta años después de su primera publicación, se presenta repleta de posibilidades. Y Carmen Laforet, con su mirada bella y única, su soledad, su dolor y su vacío, permanece en sus páginas más viva que nunca.
"Ahora, viendo las cosas a distancia, me pregunto cómo se puede alcanzar tal capacidad de humillación, cómo podemos enfermar así, cómo en los sentidos humanos cabe una tan grande cantidad de placer en el dolor..."

Nada - Carmen Laforet

Walking in the Gotico District. Fotografía de OK Apartment


Ficha del libro:
Título: Nada
Autora: Carmen Laforet
Editorial: Austral
Año de publicación: 2010
Nº de páginas: 304
ISBN: 978-84-233-4279-2

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