Revista Opinión

Nada de silencio: dejarlos hablar

Publicado el 21 mayo 2021 por Elperdiu

Se marchó la mi rapaza al sur y me puse, en dos tandas, con Bajo el silencio, lo último del gran Iñaki Arteta. Un formato diferente, esta vez. Y una conclusión: es maravilloso dejarlos hablar. A toda la recua de paletos que forma -y formó- parte de la izquierda patriótica. Todos ellos gordos, avejentados y todos viviendo "del sistema". 


El párroco de Lemona, que alcanzó notoridad por la cantidad de barbaridades que dijo en el documental y que no es más que un pobre hombre. 

La cháchara vacía de Floren Aoiz, desde una Fundación que se financia con cargo a fondos públicos. El modelo de raciocinio (¿?) de un profesor (¿?) de la UPV (en aquel contexto se teorizaba que se podía matar, ahora se teoriza que no); el drogata del Bertsolari, un tipo con problemas mentales “Nuestra vida ha sido violenta” excusados por el mito del conflicto eterno “Como todos estoy medio zumbao´, con el síndrome del norte local”. 

Una pandilla de ratas, que no son capaces de asumir lo que hicieron ante la cámara. "No voy a hablar de eso" sostiene Fernando Arburúa, el tipo que disparó a un hombre desarmado, discapacitado y enfermo terminal que se llamaba Félix de Diego y que ahora dice a la cámara que "Yo dije que no al juez y ahora cada uno que piense lo que quiera"

Un relato que tiene la misma solidez que lo que cuenta un niño de cinco años al salir de clase. Todo viene desde la guerra civil -como si no hubiera sido una guerra entre vascos-, insiste de manera cansina el de la Ikastola, que compara sin rubor y con la alegría que da la ignorancia Guernica con Hiroshima y la postguerra franquista con el holocausto. Así, con dos cojones. Y todo en medio de un relativismo moral que asusta: el hijo de Pedro (Kepa) del Hoyo, un maqueto pacense que hizo desde Galdácano de chivato para la banda (los etarras quemaron vivo al joven Modesto Rico porque él lo señaló) y que señala con rotundidad que  “yo no sé lo que hizo mi aita” y que si “Él ha tomado unas decisiones (señalar que hay que quemar vivo y descuartizar el cuerpo de un hombre, por ejemplo) y yo no soy nadie para decirle nada”.

En fin, decepcionante el papel de un ido Kirmen Uribe, el de "me siento incómodo" cuando el periodista pregunta y  que solo puede decir "miremos para adelante" cuando alguien le señala las contradicciones de su discurso... 

Y estos eran los modernos en al España de los ochenta. 

Manda cojones...  


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