Revista Cultura y Ocio

Nada. Janne Teller

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Nada. Janne Teller
     "Nada importa.
     Hace mucho que lo sé.
     Así que no merece la pena hacer nada.
     Eso acabo de descubrirlo."
     Lo bueno de ir siempre a la misma librería que que ya te conocen los gustos. Quedan libreros como los de antes: personas con las que hablar de libros y compartir impresiones que un día, cuando entras por la puerta, te están esperando con un libro en la mano mientras dicen: "Tienes que leer este libro". Y eso hice. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Nada.
     Comienzan las clases tras el verano, y el primer día de curso, en la clase de 7º, un alumno se levanta proclamando que no hay nada que importe. Tras hacer su declaración, se levanta y se va dejando la puerta entreabierta y tentando de este modo al resto de los alumnos a seguir su pensamiento. Día tras día, sus compañeros pasan junto a Pierre Anthon, que está subido a un ciruelo argumentando su descubrimiento para quien quiera escucharle. Poco a poco empiezan a dudar y al final deciden que para sacarle de su error, tienen que encontrar lo que importa y mostrárselo. Lo que empieza siendo una búsqueda, termina por ser el sacrificio de una parte de cada uno, impuesto o autoimpuesto, que hará que las cosas cambien de forma radical en este pueblo.
     Los niños son siempre más sinceros en su mirada. Son más sinceros en sus reacciones y también en sus intenciones. Los niños son buenos. Los niños siempre dicen la verdad...
Vivimos rodeados de estas frases y, tal vez por eso, la literatura nos ha dejado reflejos de nuestro mundo en sociedades infantiles intentando que veamos de este modo nuestro alma al desnudo. Ya lo hizo Golding en El señor de las moscas. Y ahora hace lo propio Teller en su novela, Nada.
     Esta vez no hay isla ni situación límite. Todo sucede en la pequeña Taering, pero perfectamente podría ser cualquier otro lugar. Y los niños que nos presenta la autora son niños normales, en situaciones normales; justo como los del colegio ese frente al que pasamos a diario. Tal vez sea eso lo más inquietante de esta novela que no llega a las 150 páginas, ni falta que le hace. La historia arranca cuando un niño de 13 años llamado Pierre Anthon, deja las clases afirmando que nada tiene sentido en la vida, por lo tanto tampoco lo tiene la propia existencia y mucho menos esforzarse o luchar por cosas que serán, como mucho, satisfacciones efímeras (los niños son sinceros). Algo así causa un impacto en sus compañeros que, hartos de escuchar sus razonamientos mientras come ciruelas subido a un árbol, deciden mostrarle su error. Para ellos, si que hay cosas que importan, por lo tanto la vida está llena de cosas que importan para todo el mundo. Lo único que tiene que hacer, es mostrárselo a su amigo (los niños tienen buenas intenciones). De este modo, toda la clase se une buscando qué es lo importante, en principio preguntando y luego dirigiendo la mirada los unos a los otros señalando sin dudar aquellas cosas que quien tienen al lado más valora (los niños son sinceros). Esta búsqueda del significado de la vida, les llevará a descubrir en los demás y en sí mismos la verdadera naturaleza de las cosas. Y por ende, de las personas, de ellos mismo, de quienes les rodean...
     Teller ha escrito una novela en la que el lector se revuelve incómodo, casi sobrecogido por lo que desfila ante sus ojos, pero sin ser capaz de apartar la mirada. Otro de los grandes aciertos del libro, junto a la "normalidad" del contexto, es la elección del narrador. La historia la cuenta una niña protagonista de los sucesos. Pero lo hace siempre manteniendo una distancia otorgada por el tiempo, y a la vez mostrando los sentimientos que pueden tenerse con esa edad.
     Confieso que he sido incapaz de apartar mirada de este libro hasta terminarlo. Me ha parecido una lectura realmente fascinante en la que se habla de inocencia, de creencias, de envidia, de tesón... Un relato desolador, inquietante y que consigue parecer hermoso al ocultarse en una fachada escrita cuidando cada frase. De hecho, hay momentos en que lo hermoso de las palabras contrasta con aquello que nos está describiendo, la escuela por ejemplo. Todos estos ingredientes, convierten a Nada en un libro más que recomendable. Si tenéis la opción, no lo dejéis escapar. Yo lo pienso releer dentro de un tiempo.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias
     PD. No lo he dicho, pero los niños tienen una sinceridad terrible, frontal y certera. Por eso a veces se dice que los niños son crueles. Y las buenas intenciones... bueno, no siempre son suficientes.

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