Unamuno es un escritor muy personal. Nunca quiso acatar normas estilísticas o de cualquier otra índole a la hora de abordar sus obras. En su concepción el realismo no se encontraba en detalladas descripciones sociales, sino en el interior del ser humano. Su lectura resulta siempre intensa y a veces produce sentimientos de angustia, angustia que el propio autor transmite a sus criaturas y de ellas, al lector. En el prólogo a estas "Tres novelas ejemplares" recoge una teoría de Oliver Wendell Holmes referente a la creación de personajes, o más bien a su realidad sobre el papel. Si tenemos un personaje al que llamamos Juan en conversación con otro, en realidad tenemos a tres juanes:
"1. El Juan real; conocido solo para su Hacedor.
2. El Juan ideal de Juan, nunca el real y a menudo muy desemejante de él.
3. El Juan ideal de Tomás (el interlocutor); nunca el Juan real ni el Juan de Juan, sino a menudo muy desemejante de ambos."
Y a todo esto, Unamuno acaba espetando:
"Pues si esto os parece un lío y no sois capaces, no ya sólo de comprenderlo, más de sentirlo y de sentirlo apasionada y trágicamente, no llegaréis nunca a crear criaturas reales y, por tanto, no llegaréis a gozar de ninguna novela ni de vuestra vida. Porque sabido es que el que goza de una obra de arte es porque la crea en sí, la re-crea y se recrea con ella".
Personajes con vida propia fuera del autor, pero que no pueden existir sin éste. Personajes de nivola, antihéroes atormentados, víctimas de sus obsesiones y de los equívocos producidos por la personalidad que muestran a los demás, que se escapan del control de la mente del autor que los concibió.
En las tres novelas existe siempre un personaje fuerte que impone su voluntad a los demás, que acaban subyugados y empujados a una existencia y a unas acciones que no desean, pero que no pueden evitar: se trata de novelas de alto contenido psicológico, en la que se da importancia capital al mundo interior de los personajes. El tiempo y el lugar en que transcurren la acción carecen de importancia. Lo que interesa es mostrar al lector ejemplos del comportamiento humano, en muchos casos absolutamente pasionales y faltos de razón, y pretendiendo ejemplarizar al que asume la lectura de sus textos:
"¿Ves, lector, por qué las llamo ejemplares a estas novelas? ¡Y ojalá sirvan de ejemplo!"
En definitiva, ejemplos perfectos de las obsesiones estéticas y morales de Unamuno, en el que las acciones parecen fluir de una manera extraña y enfermiza, estableciendo el dominio de unos seres humanos sobre otros, los débiles de espíritu. La vida misma.