Revista Cultura y Ocio

Nada menos que seres humanos

Publicado el 13 enero 2010 por Miguelmalaga

TRES NOVELAS EJEMPLARES (1920), DE MIGUEL DE UNAMUNO. NADA MENOS QUE SERES HUMANOS.
Unamuno es un escritor muy personal. Nunca quiso acatar normas estilísticas o de cualquier otra índole a la hora de abordar sus obras. En su concepción el realismo no se encontraba en detalladas descripciones sociales, sino en el interior del ser humano. Su lectura resulta siempre intensa y a veces produce sentimientos de angustia, angustia que el propio autor transmite a sus criaturas y de ellas, al lector. En el prólogo a estas "Tres novelas ejemplares" recoge una teoría de Oliver Wendell Holmes referente a la creación de personajes, o más bien a su realidad sobre el papel. Si tenemos un personaje al que llamamos Juan en conversación con otro, en realidad tenemos a tres juanes:
"1. El Juan real; conocido solo para su Hacedor.
2. El Juan ideal de Juan, nunca el real y a menudo muy desemejante de él.
3. El Juan ideal de Tomás (el interlocutor); nunca el Juan real ni el Juan de Juan, sino a menudo muy desemejante de ambos."
Y a todo esto, Unamuno acaba espetando:
"Pues si esto os parece un lío y no sois capaces, no ya sólo de comprenderlo, más de sentirlo y de sentirlo apasionada y trágicamente, no llegaréis nunca a crear criaturas reales y, por tanto, no llegaréis a gozar de ninguna novela ni de vuestra vida. Porque sabido es que el que goza de una obra de arte es porque la crea en sí, la re-crea y se recrea con ella".
Personajes con vida propia fuera del autor, pero que no pueden existir sin éste. Personajes de nivola, antihéroes atormentados, víctimas de sus obsesiones y de los equívocos producidos por la personalidad que muestran a los demás, que se escapan del control de la mente del autor que los concibió.
En las tres novelas existe siempre un personaje fuerte que impone su voluntad a los demás, que acaban subyugados y empujados a una existencia y a unas acciones que no desean, pero que no pueden evitar: se trata de novelas de alto contenido psicológico, en la que se da importancia capital al mundo interior de los personajes. El tiempo y el lugar en que transcurren la acción carecen de importancia. Lo que interesa es mostrar al lector ejemplos del comportamiento humano, en muchos casos absolutamente pasionales y faltos de razón, y pretendiendo ejemplarizar al que asume la lectura de sus textos:
"¿Ves, lector, por qué las llamo ejemplares a estas novelas? ¡Y ojalá sirvan de ejemplo!"
En definitiva, ejemplos perfectos de las obsesiones estéticas y morales de Unamuno, en el que las acciones parecen fluir de una manera extraña y enfermiza, estableciendo el dominio de unos seres humanos sobre otros, los débiles de espíritu. La vida misma.


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