Hubo un tiempo en el que quise conocerme. Hubo un tiempo en el que las preguntas fueron mi mayor distracción. Hubo un tiempo en el que analizaba hasta los bostezos que pegaba. Hubo un tiempo en el que quise creer que podía encontrar el sentido de mi vida. Hubo un tiempo en el que mi presente era regado por mis historias del pasado y por mis sueños de futurAma. Hubo un tiempo en el que la mente era la que latía y el corazón el que pensaba.
Hasta que entendí que por mucho que me estudiara siempre iba a suspender porque era imprevisible, porque nuestras lecciones están siendo reescritas en cada instante. Nunca son las mismas. Nunca somos los mismos. Queremos Sabernos para encasillarnos, para encuadrarnos en un ‘tipo de’, para conseguir esa seguridad que no tenemos y que jamás poseeremos porque la Energía (nosotros) si hay algo que tiene es impermanencia, transformación, inestabilidad y cambio constante. Y eso, a la mayoría de los seres humanos no les gusta nada porque hace que se sientan perdidos en su propia casa.
Cuanto más intentes encontrar respuestas, a lo que sea, más alejado del Aquí y Ahora, de Ti estarás. Porque la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad está justo donde tu culo se asienta, donde tus manos acarician, donde tus labios besan, donde tus miradas se mojan y donde tu aliento se acelera. Y ahí, en el Sentir, no hay necesidad de preguntas. No hay necesidad de ir a otro lugar, a otro estado mental, emocional o espiritual. No hay necesidad de evolucionarse. De trabajarse. De mejorarse. De controlarse. De no ser quien estás siendo. No quien crees que eres, quien dicen que eres, quien te gustaría ser. No. QUIEN ESTÁS SIENDO. Con juicio o sin. Con rabia o sin ella. Con victimismo o prepotencia. Con risas o con tristezas. Con apegos o independencias.
No hay que ser de ninguna manera. Ser lo que estás siendo. Eso es autenticidad. Eso es aceptación. Eso es Amor Incondicional. Todo lo demás son trampas que nuestra mente ha creado a consecuencia de una educación, de una memoria, de unas normas sociales, de una moral religiosa-espiritual, creyendo que así nos protegía de “algo”.
Los requisitos del buen samaritano son inquisiciones para nuestra Alma.
Analizamos hasta los pedos que nos tiramos. Es muy cómico y absurdo verlo cuando te alejas de esa realidad en la que te has metido de crecimiento y desarrollo personal. Puedes llegar a obsesionarte con tanto espejo, reflejo, evolución, consciencia, ancestros, bioneuroemoción, planetas, eneagramas, frecuencias, dimensiones, conspiraciones… Lo digo por experiencia. Me pasaba todo el día analizando lo que sentía, de dónde venía, qué trauma me lo provocaba, que si era un aprendizaje, que si lo suyo era lo mío y lo mío lo de mi bisabuela, que no hay que reaccionar ni juzgar porque si no te baja la vibración, que hay que meditar para que suba, que cuantos más abrazos mejor (da igual si te apetecen o no…) y un largo etcétera. En fin, que me vi pescada por mi propio cebo.
¿Dónde queda el AMOR en todo eso? El Amor de verdad, no las migajas. Ése que no pide nada a cambio. Que se da sin reclamos. El que no entiende de cielos ni de tierras, de estar despierto o dormido, de razas, de sexos o de fronteras. ¿De verdad alguien puede llegar a creer que cuanto más medites, cuanto más yoga hagas, cuanto más de blanco te vistas, cuanto más reiki realices, cuantas más películas-vídeos-libros-charlas sobre consciencia veas-leas, cuanto más vegetales comas y más agua del mar bebas, vas a ser más AMOR, vas a ser más “en lo que sea”?
El AMOR, la Paz, la Felicidad, no tienen nada que ver con el trabajo que realizas, con los hobbies que practicas, con si te gusta el fútbol o el pilates, la política o los documentales, con el tipo de sexo que te pone cachonda, con si vives en una comuna o un monasterio, con si te vistes de arcoiris o de blanco y negro. Que no. Que el Amor es Libre. Que no se disfraza de ninguna etiqueta ni está casado con ninguna ideología. Que no hay mandamientos ni biblias ni Dios que lo autoricen. Que no hay que ganarse el Cielo para tocarlo ni tener alas para volarlo. Que está en los pies con los que pisas la Tierra. En ese Corazón tuyo que todo lo reina. En tus gestos tan particulares, en esa voz que cuenta tus verdades, en la forma de tus huesos y el compás de tus movimientos, en tus cambios de opinión siempre afinados, en el vaivén de tus hormonas, en esos silencios que tan bien suenan, en tu comida de uñas y de cabeza, en el pie por el que cojeas, en tu talón de Aquiles, en las sonrisas que muestras y en las lágrimas que te quedas, en los sueños que te sueñan y en todo tu cuerpo serrano, curado o enfermado. Ahí, justo ahí, en todo eso que te caracteriza y en todo aquello que maquillas… es donde habita el AMOR, tu Amor, nuestro Amor. Ese Amor al que llamaron propio.
No estamos hechos de estrellas sino de Sentires. Puedes seguir pasándote la Vida analizándola, (analizándote) o sintiéndola (sintiéndote) una y otra vez, una y otra vez, Una y Otra Vez.
Yo he elegido Sentirla, a mi manera, que para eso es mía. Porque prefiero saltar al Vacío sin paracaídas que quedarme quieta y protegida en mi guarida. Esperando que la Muerte me regale su bienvenida. Esperando que la Muerte me recuerde tarde… lo que era Vivir la Vida.
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