Revista Opinión
El Partido Popular ha comenzado a difundir el vídeo de su campaña electoral para los próximos comicios al Parlamento europeo en el que se limita a criticar a los socialistas, a los que acusa de todos los males que aquejan a España. Con imágenes de cajones, despensas y huchas vacías, el mensaje que transmite es que, gracias al dispendio y el despilfarro con los que actuaron, nadie les echará de menos, para subliminalmente llevar a la conclusión en el espectador de que sólo los conservadores están capacitados para hacer las cosas “como Dios manda”, como gusta decir al líder de la formación y actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
“Nadie les echa de menos” es el lema de un anuncio que insiste en la estrategia de los popularesde achacar a la herencia socialista todos los problemas que Rajoy prometió resolver si accedía al Gobierno y que, no sólo no ha podido cumplir, sino que incluso ha agravado muchos de ellos, excusándose siempre en la socorrida herencia como disculpa de su incapacidad. El vídeo abunda en esa idea como argumento para solicitar el voto para el Partido Popular, sin proponer ninguna nueva medida, sin aportar ningún nuevo compromiso, sin presentar incluso ningún candidato. Como ya hiciera con éxito en las últimas elecciones generales, oculta su programa y esboza lugares comunes, medias verdades y descalificaciones al adversario político para incitar antes la reacción emocional (conmover) que la crítica racional.
Olvidan los autores y patrocinadores del audiovisual a los que no están de acuerdo con lo que taxativa o subrepticiamente se afirma en el mismo. Hay personas que no reprochan a los socialistas la crisis económica que castiga a este país, aunque critiquen la terquedad que tuvieron para reconocerla en sus inicios, ni estiman que las políticas keynesianas que propugnaron para afrontarla constituyan ningún derroche, a pesar de que finalmente se viesen obligados a congelar las pensiones y reducir el sueldo a los funcionarios, por imperativos de la “troika” comunitaria.
Tan equivocados no andaban cuando idénticas medidas económicas ha tenido que implementar el Partido Popular, pero haciendo recaer la mayor carga de los sacrificios en los sectores más débiles y desprotegidos de la población: los trabajadores, los empleados públicos, los jubilados y los dependientes. Su cacareada capacidad para enfrentarse a la crisis ha consistido en “ajustar” todo lo que considera “gasto”, recortando el monto de las partidas presupuestarias con las que se financian los servicios públicos, aumentando simultáneamente impuestos tan poco equitativos como el IVA y detrayendo recursos de la fuerza del Trabajo para facilitárselos a la del Capital y las Finanzas. Y es que no hay que olvidar que la crisis se genera por excesos y falta de control del sistema financiero, al que hay que “ayudar” a normalizarse, haciendo pagar los platos rotos a los ciudadanos.
Si unos se ganan no ser echados de menos por gastar cuando se pudo en ampliar ayudas sociales, reconocer derechos e implantar prestaciones por dependencia como nuevo pilar del Estado del Bienestar, otros pueden ser odiados por derogar todos esos avances sociales, restringir derechos y libertades y consentir al poderoso -séase patrón, banco, iglesia o élite social- cuánto exige para seguir explotando sin miramientos a los “nadie” de la sociedad. Desde la reforma laboral hasta la del aborto o la nueva ley contra las manifestaciones, son iniciativas impulsadas por los que piensan que el mercado se basta y sobra para regularse a sí mismo y satisfacer las necesidades humanas, sin ninguna intervención de los Estados que evite los abusos de cualquier posición de dominio, que siempre detentarán las clases privilegiadas con todas estas medidas gubernamentales.
Pero cuando perteneces a los estratos sociales que soportan el paro, la reducción de prestaciones por desempleo, la facilidad y el abaratamiento del despido, el copago en las atenciones sanitarias, el repago farmacéutico, el endurecimiento de las becas, el rechazo a las ayudas por dependencia, la criminalización del aborto, la represión en las manifestaciones públicas, el recorte en los salarios, el desahucio de las viviendas, los fraudes bancarios con las preferentes, la ampliación de la edad de jubilación, la congelación indefinida de las pensiones por la revalorización anual de sólo el 0,25 por ciento en vez del índice de inflación, y hasta la desconsideración de tratarte como a un ignorante que puede ser fácilmente manipulado con un simple vídeo publicitario, estonces es posible que su visión te cause indignación.
No sería la primera vez que una agresión se vuelve en contra del que la comete. Y es que no hay mayor agresión que la de faltar a la verdad, por mucho que uno se empeñe en enmascararla. No me extrañaría, por tanto, que el Partido Popular consiga con este vídeo el efecto contrario al deseado e impulse a la gente a retirar su apoyo a un Gobierno que no se cansa de castigar a los ciudadanos, a los que ha llegado acusar de vivir por encima de sus posibilidades, mientras les negaba todo sostén para dárselo a los bancos, a las autopistas, a los evasores fiscales.
Si aquellos pecaron de dar más facilidades en tiempos de bonanza, éstos pecan por negarlas en cualquier circunstancia y a quienes más falta hace, aprovechando que una crisis obliga a “priorizar” gastos. Así que, puestos a echar de menos a alguno de ellos, echaré de menos al primero. Se endeudó por socorrer a las personas, no por “nacionalizar” las pérdidas del sector financiero. Entre una y otra deuda, hay matiz: la economía como medio para el bienestar social o un fin por encima del interés general. Eso es lo que se lucubra mientras se visualiza ese vídeo.