Revista Cultura y Ocio

Nadie me miente como yo – @Demenziado

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Hoy me he concedido la tarde libre para poder pensar y escribir con calma, porque llevo demasiados meses ocupado resolviendo problemas. Creo que he estado evitando reflexionar, de hecho, no recuerdo cuándo fue la última vez que me regalé tiempo a solas. Mi vida se ha convertido en una huida hacia adelante, en la que siempre dejo para última hora las decisiones. Resulta difícil explicar cómo teniendo tan claro lo que quiero me he quedado inmóvil viendo transcurrir el tiempo. Me pregunto cuántas personas habrá en mi misma situación, que están rodeadas de incertidumbres, tienen miedo y se sienten incapaces de avanzar. Supongo que sobrevivir es difícil cuando todo te importa una mierda.

Miro la alianza de compromiso que me quema en la mano izquierda, sin que haya sido capaz de acostumbrarme a llevarla puesta. El anillo me molesta tanto en el dedo como mi corazón en el pecho. Me gustaría quitármelo y tirarlo lejos. No la quiero, aunque sé que es lo mejor para mí. La decisión fue sencilla, por conveniencia, me bastó hablar con ella y decirle que había pensado en nosotros. Estábamos en el momento de madurez adecuado para que ambos tomáramos la decisión de estar juntos de nuevo. Tras preguntarme tres veces si estaba seguro de lo que decía, aseguró sin dudar que quería intentarlo. A la semana siguiente ya teníamos planes de boda, no fue un compromiso romántico, me bastó decir que deberíamos casarnos, como quien piensa en voz alta, y que no deberíamos esperar más. Un mes después hablamos con la familia, elegimos fecha para la boda, nos apuntamos en los cursillos prematrimoniales y nos regalamos el anillo de compromiso grabado con nuestro nombre. Y cómo pesa en la mano el hijo de puta, duele como el grillete de un condenado a trabajos forzados.

Ella ni siquiera sospecha que no siento nada al besarla, se limita a mirarme con esos bonitos ojos que brillan de amor y que no me inspiran pasión alguna. Le he dicho que esperaremos para hacer el amor a la noche de bodas y lo ha entendido como un gesto romántico. No sabe que ahora mismo sería incapaz de acostarme con ella. Me ha masturbado en una sola ocasión, la seduje para comprobar si al menos se me pondría dura. He funcionado sin problemas, hasta ahora, nunca he fallado en eyacular a diario. Una paja más, una menos. Le pedí que me la comiera en el coche, pero cree que eso también debe esperar al día de la boda. Me habría gustado que lo hiciera, para saber si es buena, pero puedo esperar.

Estoy enamorado de otra mujer, así que ahora soy uno de tantos que se casa para obligarse a olvidar un amor imposible. A lo largo de mi vida he aprendido muchas cosas, de todo menos perdonar. No le perdono que siga follándose a mi mejor amigo, aunque me asegure que me ama y que no está con nadie. No sabe que lo nuestro terminó porque conozco todos los detalles de la vida sexual de su coño insaciable. No puedo estar con una mujer que me ama pero gusta de follar ocasionalmente con otros. Me parece mucho más natural casarme sin amor, pero ser fiel. Al menos mi futura esposa puede estar segura de que mi polla no se va a calentar en invierno adentrándose en coños ajenos.

Ayer tuvo la desfachatez de decirme de nuevo que me ama y que deberíamos rompernos follando. Sabe que con ningún hombre se va a correr como lo hacía conmigo, por eso lo sigue intentando. No tengo ninguna duda respecto a sus sentimientos, igual que estoy convencido de que la amaré el resto de mi miserable vida. Si no hubiese sabido que me llamaba con el coño aún hinchado después de follar toda la tarde en casa con otro, frente a nuestro espejo, ahora estaría corriéndome con ganas entre sus brazos. Pero cometió el error de mandarme una provocativa foto desnuda en el baño, en la que aún se apreciaba el enrojecimiento de sus rodillas y sobre todo de su nalga derecha. Como si no supiera que conozco su cuerpo casi mejor que el mío y cómo se le mantiene el culo enrojecido durante horas tras los azotes. Su imponente culo es como la cara de una jovencita que lo confiesa todo, sin decir nada, cuando se ruboriza de vergüenza. Creo que lo que más me duele no es que folle con mi mejor amigo, sino su empeño en negarlo. Si no fuera por eso, aún haríamos el amor como dos personas maduras que se quieren y que adoran su intimidad. No sabe que nadie me miente como yo.

Mi abuelo tenía los ojos azules y el abuelo de mi prometida los ojos verdes, seguramente tendremos hijos morenos de ojos claros. Ya tenemos la lista de invitados, hemos elegido los padrinos y las damas horror; hemos reservado el restaurante y elegido el fotógrafo, reservado un coche antiguo y contratado el viaje de luna de hiel. Nos casaremos a mediodía, para poder pasar la tarde juntos y disfrutar de la noche de bodas sin sentirnos agotados. Sólo nos falta elegir en qué hotel nos alojaremos esa noche y los nombres de nuestros futuros hijos.

Cuando hayan nacido, desapareceré. Lo tengo todo planeado. Detendré mi coche en el arcén de la autopista por la noche, vaciaré la rueda delantera izquierda para justificar la parada, le pondré el tapón de nuevo a la válvula del aire y cuando pase un camión haré como que pierdo el equilibrio cayendo hacia atrás. Con suerte moriré en el acto, un desgraciado y mortal accidente más de carretera. El seguro de amortización pagará la hipoteca de mis propiedades, por fin libres de cargas, y con el sustancioso seguro de vida vivirán cómodamente. En realidad, sé que nada de eso pasará, aunque desearía no estar en este mundo para verme a mi mismo convertido en un perfecto, respetuoso y gris padre de familia, que vive con una mujer por la que no siente nada al besarla. Porque soy demasiado responsable para hacer semejante locura y nadie me miente como yo mismo.

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