Año: 2016ISBN: 978-84-9067-466-6Nº de páginas: 552
Me había llamado mucho la atención este título cuando lo vi entre las novedades de la editorial Algaida en mayo del año pasado por lo que cuando su autor, del que ya había leído Yo también fui Jack el Destripador, me ofreció su lectura, acepté inmediatamente. Sin embargo, tanto por mi escasez de tiempo como por las reseñas que iba viendo en las que afirmaban que era una lectura densa, han pasado varios meses hasta que por fin he encontrado el momento propicio para sumergirme en su historia.
En Nadie muere en Zanzíbar nos vamos a encontrar con la biografía novelada de Juan Ángel Santacruz de Colle, escrita por Fernando García Calderón a partir de sus diarios personales. El autor tuvo acceso a esta historia gracias a su tía abuela Luisa, quien recibió la visita del ahijado de Santacruz para hacerla partícipe de un apunte de su biografía, dejándola en custodia una caja en la que se suponía que se hallaban las pruebas de que todo lo relatado por él era cierto. Antes de morir Luisa hará entrega de la caja a Fernando, quien en su interior encontrará unos cincuenta cuadernos escritos del puño y letra de Juan Santacruz, en los que éste recogerá diversas cuestiones, albergando veintiséis de ellos su diario personal.Y será a través de ellos y de sus propias investigaciones como Fernando García Calderón desarrolle esta novela, en la que conoceremos de cerca quién fue Juan Santacruz, un hombre que tras nacer en la Sevilla de 1900 acabó falleciendo en una isla de la costa este de África en 1976, después de haber protagonizado un sinfín de idas y venidas, lucrativos negocios, episodios y aventuras que harían que su vida pueda calificarse como extraordinaria.
Fernando García Calderón
A través de esta novela Fernando García Calderón nos acerca a la figura de un desconocido pero interesante personaje nacido a principios de 1900 en Sevilla, Juan Ángel Santacruz de Colle. Si bien sus diarios son la base sobre la que se asienta la novela, el autor ha desarrollado una compleja labor de investigación, llegando incluso a viajar en más de una ocasión a Zanzíbar, para completar aquella información que no quedaba recogida en los mismos. El resultado ha sido esta extensa novela en la que con todo lujo de detalles nos muestra la apasionante vida que llevó Santacruz, repleta de todo tipo de aventuras y experiencias que en algún caso incluso cuesta creer que sean reales.El relato se va desarrollando linealmente a través de distintos capítulos que a su vez quedan agrupados en lo que serían nueve grandes bloques. Es el propio autor quien asume la voz narrativa aunque durante la mayor parte del libro emplea una tercera persona para hablar de las vivencias del protagonista, incluyendo algunos pasajes en primera persona para añadir su propia visión o algún matiz adicional. Por lo que se refiere al estilo en el que está escrito, Fernando García Calderón hace gala de una prosa cuidada al detalle, sosegada, elegante y culta que resulta accesible para el lector. No obstante, es un libro para leer sin prisas, de forma pausada, pues aunque los episodios se suceden de forma constante en la vida del protagonista, el ritmo es más bien lento tanto por la amplitud de los datos y detalles con los que el autor adereza la historia como por el predominio de la narración sobre el diálogo, que al menos en mi caso provoca que la lectura me resulten menos ágil. Y es por eso que, aunque no puedo decir que no me haya gustado, tampoco lo he disfrutado plenamente ya que algunas partes se me han hecho un tanto pesadas y me costaba avanzar. Se deduce fácilmente que el grueso de la novela gira en torno a Juan Ángel Santacruz, un personaje al que vamos a acabar conociendo con gran profundidad. Es prácticamente toda su vida la que queda recogida en "Nadie muere en Zanzíbar" y esto hace que sea una figura que queda retratada de una forma muy precisa. No cabe duda de que fue un hombre muy carismático y merece la pena conocer su historia. Nació a principios del siglo XX en Sevilla, estudió medicina y se convirtió en un experto en libros antiguos llegando a ser fundador de la Logia de los Calígrafos. Al finalizar la Guerra Civil huye de España pero tras pasar por diversas ciudades europeas y siendo perseguido por los nazis, acabará desembarcando en Zanzíbar en el año 1940. A partir de este momento su vida sufrirá una transformación y se convertirá en un ferviente defensor de la cultura de estos pueblos y de su anhelo por lograr la libertad, participando en la independencia de los países de habla swahili. Todo esto y mucho más queda expuesto en la novela de Fernando García Calderón, que nos da a conocer a un hombre fascinante que llevó una intensa vida, llegando a adoptar dos identidades diferentes en África, el gibraltareño John Cross y el árabe Jamshid. Y todo ello sin abandonar su personalidad, ostentando múltiples cualidades entre las que destacaron su determinación, valentía, fuerza, coraje, tesón y optimismo a la hora de enfrentarse a cuantos obstáculos se iban interponiendo en su camino. Una vez dejados atrás esos primeros años que transcurren entre la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, buena parte de la vida de Santacruz queda vinculada de forma estrecha con la historia africana y, especialmente, con el proceso de independencia de aquellos países que eran colonias o protectorados. Es por esto que al mismo tiempo que vamos descubriendo lo que fue su vida, vamos accediendo a los principales acontecimientos históricos que tuvieron lugar como la Revolución de Zanzíbar dirigida por John Okello o la unión del país con Tanganica para formar la República unida de Tanzania . Es necesario conocer lo que sucede en dichos países para poder comprender muchas de las acciones y decisiones del protagonista, por lo que el autor no escatima en detalles y recoge cuantos datos e información cree necesarios para que todo quede claro y el lector finalice el libro con una amplia visión de lo acontecido en ese periodo. De esta manera Nadie muere en Zanzíbar se convierte en una lectura instructiva que nos permite ahondar en unos hechos que puede que para algunas personas sean conocidos, pero para mí no, y por eso me ha parecido una novela tremendamente interesante. Y a pesar de esto he de reconocer, como ya he señalado anteriormente, que algunas partes me han costado, me he sentido un tanto estancada y con la sensación de no avanzar. Pero al margen de esto, no queda duda de que detrás de Nadie muere en Zanzíbar hay un enorme esfuerzo y trabajo, con una gran labor de documentación que se aprecia en cada una de las páginas y que contribuye aumentar el valor de la obra. Una documentación que se refleja no solo en los hechos que se recogen sino también en la fantástica ambientación con la que la novela cuenta y que nos va a permitir desde disfrutar de sus exóticos paisajes hasta descubrir cómo era su forma de vida, su cultura o sus costumbres.Así que en conclusión y a modo de resumen de todo lo expuesto, Nadie muere en Zanzíbar es una interesante y trabajada novela a través de la que su autor nos descubre la figura de Juan Ángel Santacruz de Colle, un carismático personaje que protagonizó una vida intensa y fascinante, repleta de anécdotas y aventuras, que sin duda merece la pena conocer.Si te ha gustado mi reseña, puedes comprar Nadie muere en Zanzíbar a través de los siguientes enlaces:Gracias al autor por facilitarme el ejemplar para su reseña