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Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho.
Enriquece a quienes la reciben
sin empobrecer a quienes la da.
No dura más que un instante,
pero su recuerdo a veces es eterno.
Nadie es tan rico que pueda pasarse sin ella,
y nadie es tan pobre que no pueda
enriquecer con sus beneficios.
Una sonrisa es descanso para los fatigados,
luz para los decepcionados,
alegría para los tristes
y el mejor antídoto contra las preocupaciones.
Una sonrisa no puede comprarse,
no puede obtenerse por caridad,
no puede robarse ni puede ser prestada,
porque una sonrisa es algo que a nadie rinde beneficio
a menos que sea brindada espontánea y gratuitamente.
Y si, en el trato con nuestros compañeros
alguien está demasiado cansado para
brindar una sonrisa, regálale una de las
tuyas, pues nadie necesita tanto de una sonrisa,
como aquel a quien no le queda
ninguna que ofrecer.
El valor de una sonrisa, de Mohandas Karamchand Gandhi
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