Revista Diario

Nadie nos Enseña

Por Ziva8
Nadie nos EnseñaEl sonido de los lápices grafito resonando sobre las hojas de los cuadernos, ambienta la fría sala de clases del 4º año B de una escuelita tradicional en la ciudad. Las baldosas y el concreto, estimulan las pequeñas nubes de vapor que salen de las bocas de los estudiantes. La profesora, con su cariñoso tono de voz avanza paulatinamente entre las materias. Ella, se convierte cada año, por largos diez meses en madre de 40 niños. Paradójicamente, la señorita Ana Márquez, una delgadísima mujer de aproximadamente unos 50 años, que lleva un característico cabello rizado y cobrizo a la altura de sus hombros, un sweater azul marino ajustado, una falda a la altura de los tobillos que deja entrever  apenas unas graciosas medias de colores que adornan unos infranqueables mocasines verde oscuro, ha sido despojada de la posibilidad biológica de ser madre, sin embargo, se ha convertido en una sin igual.

Avanzada la tediosa jornada escolar del primer lunes de invierno, asoman los primeros síntomas de aburrimiento en los niños. Marcelo Zúñiga, un morochito de sonrisa fácil, es el primero en desconectarse de los numeradores y denominadores lanzando una bolita de papel en la cara de Marco Antonini, un hijo de inmigrantes italianos que carece de paciencia y sutileza que, dejándose llevar por su instinto, responde arrojando con extrema certeza una regla de 20cms en la cara de Marcelo. Este acto, sin duda más cautivante que las fracciones, ocasiona un quilombo entre los estudiantes, que cuadra en dos bandos las opiniones y emociones, “los Zúñiga” y “los Antonini”. Todo esto, bajo la atenta mirada de la señorita Ana, que no deja escapar acción alguna,  como una sabia y experimentada maestra-madre, observa las acciones de sus nenes antes de actuar. ¡Te odio! , ¡Estúpido! , ¡Te voy a pegar!... era suficiente, momento de entrometerse para la señorita Ana. Sigilosamente se acerca al núcleo del conflicto, suavemente toca los hombros de Marcelo y Marco, y les sonríe… el conflicto acabó, esa sonrisa, esa calma, esa sabiduría, esa bondad y esa maternidad fueron capaces de disipar cualquier problema con tan solo tocarlos.

-¿Les gustaría aprender las materias de otra forma? Preguntó la Srta. Ana, y un simultaneo ¡Sí! retumbó en la sala,  - bueno, traigan sus sillas y siéntense alrededor mío. La profesora, toma una gran bocanada de aire para comenzar a hablar y un silencio absoluto se apoderó de la sala y se dio inicio al relato de la Señorita Ana…

“Bueno niños: la Historia se encuentra en los recuerdos y sabiduría de los ancianos, es ahí donde están los antecedentes necesarios para entender donde vivimos, disfruten de la Geografía de los cuerpos, deléitense con sus figuras y misterios de recónditos lugares. Entendamos que las Matemáticas fueron creadas para contarnos que nuestras vidas se basan en procesos, que una familia de 4 personas se compone de la suma de cada uno de ellos y no por separados y que necesitamos de otros para lograr nuestros objetivos, que la mejor Educación Física es la que entrena el cuerpo y la mente, que las Artes son la expresión del alma y la Música es su mejor acompañante, que el Lenguaje tiene la capacidad de destruir o construir lo que sea y que los recreos son necesarios para volver a ser niños".

Y así entre comentarios, anécdotas, risas, un poco de diptongos e hiatos, juegos, cantos , dibujos y conversaciones, termina el primer lunes de invierno para el 4º año B de una escuelita clásica de la ciudad.

Dagoberto Ibsen     

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