El ciclista del Movistar vence en Annecy-Semnoz y llegará a los Campos Elíseos como maillot blanco y de la montaña y segundo en la general, puesto que le arrebata a Contador, cuarto y superado también por Purito en un Tour ganado por Froome
Rodeado por un círculo de personas, pidió espacio. Espacio para coger aire, beber un poco y saborear una victoria estudiada hasta el último momento. Por un día Nairo Quintana (Cómbita, Colombia, 1990) había sido cauto y reservado fuerzas hasta el final de la penúltima etapa del Tour de su estreno. Ni quiso ni tuvo que tomar la iniciativa. El ciclista del Movistar simplemente gestionó el tiempo a su antojo, como un buen base. Primero respondió a Purito Rodríguez cuando éste, en la subida al puerto de Annecy-Semnoz y después de coger al último escapado de la jornada –el eterno Voigt–, definió el podio en París dejando con la lengua fuera y como gran derrotado a Alberto Contador –finalmente cuarto–. Y después, a Froome, que buscó su cuarto triunfo con un ataque seco al que el ciclista colombiano contestó con frialdad y casi sin esfuerzo. Quintana se reservó la traca final para los últimos metros, que recorrió en solitario. Un broche de oro para Quintana, un debutante efervescente y protagonista, que al maillot blanco como mejor joven que ya tenía más que asegurado sumó el de la montaña y el segundo puesto en la general. Muchas alegrías en la jornada más especial para su país, que conmemoraba el 203º aniversario de su independencia: “Es un día muy especial para Colombia. Este triunfo está dedicado para todos los colombianos, que en este momento me están viendo. A mi padre, a mi madre, mi novia, mis hermanos, a todos mis amigos que me han ayudado de muchas maneras. Un saludo a toda Tunja, Cómbita, Boyacá y Colombia”.Aunque del primero que se acordó fue de José Luis Arriesta, “el mejor director que he tenido” y al que felicitó por clavar su plan.
El Movistar ha sido el quipo más batallador y el que más salsa ha dado en un Tour duro en el que se ha sabido recomponer y replantear su planteamiento inicial. En Saint Amand Montrond perdió la opción de podio para el líder previsto, Alejandro Valverde –al murciano se le rompió una rueda entre los abanicos– y la clasificación por equipos, pues varios compañeros fueron sacrificados para sacar a Valverde del apuro –sin éxito, por, entre otros, la aceleración del Belkin de Mollema–. Ese día uno de los sacrificados fue Rui Costa –renunció al Top 10, pero se resarció después ganando en Gap y Le Grand Bornard– y Quintana pasó a ser el líder del equipo. Mensaje claro: ya no tienes ataduras.
El mal gesto de RollandCon carta blanca, Quintana ha sido todavía más grande e incluso compitió en el Mont Ventoux con Froome, al que sí doblegó en Annecy-Semnoz. El colombiano ganó una etapa que comenzó como las de antaño, con un ataque en los primeros metros de Rolland, que soñaba con el maillot de la montaña, del que solo le separaba un punto con respecto a Froome. El francés –al que después se le añadieron varios corredores, entre ellos, el siempre combativo Flecha– se volvió a ganar la admiración del espectador por su osadía, un reconocimiento que perdió en la coronación del Col de Leschaux, cuando empujó a Igor Antón hacia el público para impedir pasase primero y se llevase la máxima posición. Pero el ciclista del Euskaltel mantuvo el equilibrio y se llevó esos dos puntos –Rolland sumó otro– y reaccionó con frialdad o, mejor dicho, deportividad ante una acción sucia: le dio un golpecito en la espalda casi paternal.
Voigt, en cabezaPoco después Voigt se quedó solo en cabeza y Antón probó de todas las formas posibles alcanzarle sin éxito, mientras el pelotón iba neutralizando al resto de escapados y tanto Evans como Andy Schleck se quedaban. El primero antes de empezar el puerto de categoría especial, el segundo, tras un arrebato del Sky, que cogió el testigo del Movistar, que en todo momento había mantenido las diferencias con los escapados. Una desventaja que nunca alcanzó los cuatro minutos y se casi siempre se mantuvo en el minuto, minuto y poco.
Mollena se quedó cortado y Valverde quiso hacer una selección más profunda con otro cambio de ritmo que dejó sin fuerzas a Kreuziger, eliminado tras otro cambio de ritmo de Porte. Entonces fue el turno de Purito, inmenso en el tramo final del Tour, y al que solo pudieron seguir Quintana y Froome, que apartó a un espectador que parecía querer oír las pulsaciones del ganador de la prueba de lo cerca de que se le puso al británico. Mientras Contador, fundido, iba a su ritmo y se refrescaba el cuello con una botella del agua, consciente que el podio era ya una quimera y que por delante rodaban los tres mejores. De ese grupo siempre tiró Purito, hasta que Froome se marcó un ataque estéril ante Quintana, que replicó con suma tranquilidad. Quizás el británico se marcó un farol, pues después tampoco pudo replicarle a Purito en el sprint. Froome sonrió de alivio en la línea de llegada y Quintana mostró después a los periodistas una medalla que le regaló su compatriota Mauricio Soler, al que sustituyó en el Movistar, y que tuvo que retirarse del ciclismo tras un grave accidente en la Vuelta a Suiza en 2011 que a punto estuvo de costarle la vida. “Este triunfo también es para Mauricio”, dijo. Sí, además Quintana también es detallista.
Revista Baloncesto
Nairo Quintana, la efervescencia de un debutante protagonista
Publicado el 20 julio 2013 por Toni_delgado @ToniDelgadoGSus últimos artículos
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