Revista Cine
Director: Mike Leigh
No recordaba lo bien que le hace la natación a mi cuerpo: hoy la piscina ha re-abierto sus puertas después de un mes de mantenciones (y vacaciones de los funcionarios, claro). Al llegar a mi casa quedé un poco a la deriva; no sé por qué no tenía ganas de ver lo que tenía planeado ver, y me puse a revisar los otros cientos de títulos que tengo en mi computador, encontrando por ahí "Naked", la película de Mike Leigh con la que, me recomendaron, debía comenzar su filmografía. "Démosle", me dije, y qué gran manera de comenzar. De darle, papito.
"Naked" es una película sumamente honesta, directa y sencilla, y sin embargo está dotada de una profundidad y complejidad muy bien expresadas a través de sus brillantes diálogos, de sus imágenes realista y a veces expresionistamente poéticas, y de unos personajes de carne y hueso que resultan tan frontales como misteriosos, inabordables, indescifrables. Qué los guía, si la desesperación o el amor mismo, o quizás ambos, no queda claro, y he ahí la belleza de sus retratos. Retratos duros, humanos, agridulces. Valientes, por lo demás. Leigh se sumerge en las cloacas de los personajes, los de carne y hueso, pero también en las de ese personaje de ruinas y callejones y faroles sin compañía: la ciudad. En las cloacas hay, claro, desde las más pútridas mierdas hasta las penumbras más solitarias, las criaturas más necesitadas. Soledad, desarraigo, desesperanza. También rayos de luz, oasis de esperanza en un desierto de asfalto. Hay algo desgarrador y doloroso debajo de las imágenes de "Naked" (incluso debajo de esa tremebunda desnudez), pero también hay algo extrañamente tranquilizador y liberador. Será como dice el protagonista, interpretado por un tremendo David Thewlis, que así como hay bondad, necesariamente habrá maldad, que no hay luz sin sombras, felicidad sin tristeza, y que aunque nos encontremos con una llamativa fauna de mujeres y hombres oscuros, abandonados en un pozo de autodestrucción o de indiferencia y apatía, a lo mejor tenemos la fortuna de hallarnos frente a una mirada sonriente, una sonrisa celestial y un abrazo purificador, aunque sea por un segundo, aunque luego la devore la decepción, aunque parezca un breve momento mirando al cielo azul en el patio de una prisión después de haber pasado días entre estrechos muros grises.
¿El guión y la puesta en escena? Magníficas. ¿El reparto? Sensacional. ¿La banda sonora? Perfecta. ¿La fotografía? Impresionante. Basta ver el plano final para comprender o dimensionar la incomensurable magnitud cinematográfica y humanista de este film.
Te deja sin palabras.
Obra maestra.
...piel con piel...