Revista Sociedad

Narco Submarinos: La Batalla Perdida VIII

Publicado el 10 mayo 2013 por Juro Iwai
Narco Submarinos: La Batalla Perdida VIII Vyacheslav Ivankov Kiríllovich: fue un miembro notorio de la mafia Rusa, había sido un viejo conocido de la policía Soviética-Rusa y también de la Estadounidense, que saltó a los periódicos en Junio de 1995, cuando lo arrestaron en Miami por estar organizando la venta de submarinos ex-soviéticos al Cártel de Cali. Por disparatado que parezca Ivankov ofreció submarinos Soviéticos diésel-eléctricos; de las clases Tango y Juliett (proyecto 651) Los "Juliett" datan de los años 60 y con sus 90 metros de largo son considerados algunos de los submarinos de propulsión no nuclear más grandes construidos jamás por la armada Soviética.  Entre 1988 y 1994 se retiraron las 16 unidades tras el colapso de la URSS, estas naves se oxidaban en diversos puertos del mar Báltico. Los submarinos diésel-eléctricos son mucho más silenciosos que los nucleares y por tanto se les considera mucho más capaces de penetrar, los sistemas de defensa antisubmarina, sin ser detectados. Al parecer, fueron los Colombianos quienes se "rajaron", por parecerles una operación demasiado osada. Ivankov, por su parte, tenía ya listo  un grupo de veinte tripulantes submarinistas, con un contrato firmado por un año. Probablemente, los Colombianos tenían razón. Resulta difícil imaginar cómo pensaba Ivankov trasladar uno o varios submarinos Soviéticos desde el Mar Báltico hasta Sudamérica sin dejar pistas y sin descubrirse ante los medios ASW que Estados Unidos tiene desplegados tanto en Atlántico como en el Pacífico, sobre todo teniendo en cuenta que los navíos estaban ya desprovistos de buena parte de sus medios bélicos y la tripulación mercenaria –según dicen– se hallaba compuesta por marineros de aluvión con una experiencia limitada en la operación de estos buques, bastante sofisticados para su época. Sin embargo, la idea no murió cuando la operación fue cancelada. Quizá la posibilidad de operar una flota submarina ex-Soviética estuviera más allá de las posibilidades reales de un "para-estado" como el que tienen organizadas algunas redes de narcotraficantes, pero un programa más modesto podía estar dentro de su alcance. La costa Pacífica de Colombia es un paraíso para los contrabandistas de toda índole. Es una región con una inmensa riqueza ecológica, hidrográfica, minera y forestal en la cual se encuentran parques nacionales naturales y cientos de riachuelos que desembocan en el océano forman una densa red de vías fluviales cubiertas por densos bosques de manglares, donde es posible construir a cubierto pequeños puertos y astilleros (o disimularlos entre centros de población de las comunidades locales) sin que las limitadas fuerzas militares desplegadas en la zona, lleguen a darse por enterados. Es uno de esos lugares donde siempre ha habido contrabando de todo lo que tenga valor; lo bastante como para cualquiera que aspire a una vida un poco mejor en medio de la paradójica miseria, y un oficio lo suficientemente antiguo como para haber llegado a formar una cultura local.

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