Revista Arquitectura

Narrativas experimentales

Por Federicogbarba
NARRATIVAS EXPERIMENTALES La ribera de Kop van Zuid en el sur de RotterdamA veces te encuentras en lugares enigmáticos en los que se sitúan construcciones y artilugios que no puedes comprender. Intentas explicar cual es la razón de su peculiar disposición y forma sin llegar a entender cabalmente que es lo que ocurre allí. Algo así me ocurriría meses atrás a orillas del río Maas.Las riberas urbanas suelen presentar un encanto especial cuando han dejado de estar colonizadas por las infraestructuras portuarias. Las urbes más dinámicas del mundo se han ido creando junto al mar y los ríos a lo largo de los siglos. Las grandes superficies acuáticas han desempeñado siempre un papel relevante como espacio para las comunicaciones a larga distancia y de ahí el estimulo para situarse junto a ella.Siempre es un placer recorrer la orilla de las ciudades fluviales porque, además de disfrutar de amplias perspectivas, se detectan las huellas de la presencia humana, aquellas que ha ido acumulándose a lo largo de generaciones. En nuestro deambular colectivo nos acompañan esas brisas, el sol y las vistas que hacen a estas franjas estrechas entre la ciudad y el agua especialmente atractivas. Multitud de pequeños detalles llaman la atención del paseante en su tránsito por esas fachadas urbanas que nos cuentan pequeñas historias cotidianas, tanto sobre formas de vida ya desaparecidas como la manera en que nuestros contemporáneos se deleitan en esos espacios abiertos a la acción de los elementos y el clima. Por eso es especialmente retador cuando encuentras algunas disposiciones de elementos en el paisaje sobre las que no tienes ninguna referencia: A veces nos tropezamos con formas y edificios que no puedes explicar y, por eso, resultan más enigmáticos aun, si cabe.
NARRATIVAS EXPERIMENTALESAlgo de esto me ha pasado hace unos meses, paseando por la margen sur del río Maas en Rotterdam, justo después de atravesar ese monumento icónico de la ciudad que es el puente Erasmus. Acudes a contemplar el vibrante barrio de Kop van Zuid y te topas con unas construcciones que resultan incomprensibles situadas en su borde ribereño. Un escenario de elementos y formas cuyo lenguaje configura un paisaje surrealista que expresa con toda rotundidad la contemporaneidad actual de la ciudad.Aunque te suena la arquitectura de sus formas solo al cabo del tiempo caes en la cuenta de que es una propuesta del equipo alemán Bolles+Wilson Architekburö de Münster, formado por los arquitectos Julia Bolles y Peter Wilson. Ellos son también los autores del cercano Teatro Luxor y han tenido la suerte de poder llevar a cabo aquí un trabajo de investigación que ha generado un espacio singular. Es entonces cuando recuerdas que has visto esas imágenes en alguna ya vieja revista española de arquitectura, como El Croquis. De vuelta a casa investigas en esos ejemplares que se han dedicado a explicar el trabajo de estos profesionales.Así redescubres que la ordenación de este muelle urbano es el despliegue de una nueva narrativa completamente experimental en la que se juega con ideas sugerentes que rememoran conceptos que son sugerentes en sí mismos: La casa de los vigilantes del puerto, las rocas electrónicas, el jardín pétreo de los números fijos y la torre digital de los números cambiantes. Ese tipo de descripciones rebuscadas a las que son tan dados los arquitectos para apoyar la creatividad sin anclaje, un esfuerzo de diseño que no responde a una racionalidad estricta.
NARRATIVAS EXPERIMENTALES Maqueta del proyecto para el espacio. Bolles+Wilson. El Croquis, 67Sus propias explicaciones del proyecto ayudan a precisar la poética que subyace tras esta narración paisajística. Así señalan que la forma de la casa de los vigilantes obedece a la necesidad de albergar los dispositivos para el control del tráfico de buques y la gestión de los puentes móviles, radares, ordenadores, etc. Es la expresión de una nueva época caracterizada por la influencia de la tecnología electrónica y digital. En mi impresión, el motivo formal de esa arquitectura, un pequeño edificio triangular, elevado a gran altura sobre el muelle y apoyado por ligeras patas tubulares, se asemeja a un insecto a punto de deslizarse sobre la superficie acuática. Para los autores, sin embargo, surge de una explicación fortuita: El tema es el de la vigilancia desde una altura de 12 metros (la altura de los ojos de un capitán de barco): otra máquina perspectiva.A su lado se despliega sobre el suelo el Jardín de los Números Fijos que consiste en una explanada pavimentada con piedra granítica en la que se incrustan algunos números metálicos de acero inoxidable (unos números abandonados, según los autores) que nos rememoraría así algunos datos relativos al lugar. Por ejemplo, las cambiantes alturas del nivel del agua y también un acróstico numérico, cuyo resultado es caprichosamente el guarismo 15 para el resto de la eternidad. Se disponen también algunos asientos abandonados a la manera de enormes piedras blanquecinas que se iluminan al atardecer y se sitúan bajo una poderosa pérgola metálica que invoca las piezas gigantes que se acumularían en los astilleros que allí debieron existir en el pasado.
NARRATIVAS EXPERIMENTALESEdificio de control de tráfico fluvial. Arquitectos: Bolles+Wilson Al otro costado del puente percibimos la llamada Torre de los Números Inconstantes que son acogidos en unas cajas luminiscentes dentro de una forma escultórica de malla hiperbólica. Esos anuncios muestran un despliegue de números electrónicos, útiles e inútiles, elegidos aleatoriamente por los autores según su propio albedrío: la hora, la temperatura, el tamaño de la población mundial que crepita constantemente en un crecimiento imparable.Esta explanada sería algo así como un espacio autista para el que sus autores no previeron un uso concreto. Indican en su texto justificativo que eso se deja a la imaginación de los visitantes ocasionales. Y, por ejemplo, les gustaría que sirviera como escenario urbano pintoresco para que los novios se hicieran las correspondientes fotos tras la boda. Así, en el lugar más insospechado, uno se encuentra con una propuesta poética inverosímil en un mundo totalmente devastado por la economía.
NARRATIVAS EXPERIMENTALESLos últimos edificios de oficinas surgidos al sur del río Maas

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